¿Un partido para la oposición?

¿Un partido para la oposición?

RAFAEL TORIBIO
La doctrina indica que los partidos políticos, desde su aparición, tienen asignadas dentro del sistema político funciones esenciales que les son propias, algunas de las cuales deben desempeñar de manera exclusiva. Una de ellas, la más importantes, es la de dirigir el Estado, asumiendo el gobierno que en un régimen democrático se logra mediante el mandato recibido por el voto mayoritario de la ciudadanía, expresado en las urnas, en unas elecciones libres y competitivas. Según esta misma doctrina, la razón de ser de un partido es la asunción del poder como medio para realizar su proyecto de nación, y a falta de éste, lo que es cada vez mas frecuente, realizar las propuestas ofertadas en su programa de gobierno.

Es decir, que el objetivo de un partido político debe ser llegar al poder y retenerlo el mayor tiempo posible, siempre conforme a lo establecido por la legalidad democrática.

Sucede, sin embargo, que en nuestro sistema político el Partido Revolucionario Dominicano parece empeñado en contradecir lo que la doctrina ha venido enseñando sobre la razón última de un partido político. Sin contar con los años en la oposición desde su fundación, porque no se podía esperar otra cosa hasta que desapareciera la dictadura de Trujillo, desde 1960 el PRD ha pasado mucho más tiempo en la oposición que en el gobierno, con el agravante de que después de lograr el poder y perderlo pasa largos períodos para volver a ser gobierno. Además, después de permanecer mucho tiempo en la oposición llega al poder para hacer una gestión que determina su derrota, precedida siempre de una división interna. Veamos.

Después de haber jugado un papel estelar en la instauración de la democracia después del ajusticiamiento de Trujillo, el primer gobierno del PRD sólo dura siete meses, teniendo que esperar 15 años para volver a ser gobierno, del 1963 al 1978. El gobierno de Don Antonio Guzmán, considerado por muchos como el mejor gobierno del PRD, le permite continuar en el poder por otro período, hasta el 1986. La gestión del doctor Salvador Jorge Blanco hace que el doctor Joaquín Balaguer vuelva al poder, debiendo el PRD esperar otros 14 años, de 1986 al 2000, para ser gobierno nuevamente. Recientemente, la gestión del ingeniero Hipólito Mejía es la culpable de la tercera salida del poder del PRD. ¿Por cuánto tiempo será esta vez?

En cada oportunidad que es desplazado del poder, además de la calidad de la gestión desde el gobierno, su salida ha estado precedida de una división interna, confirmando la famosa frase de José Francisco Peña Gómez de que «solo el PRD derrota al PRD». Así sucedió en el 1973, 1986 y también en el 2000. Sin embargo, hay que señalar que este partido, que ha tenido tan lamentable desempeño desde el gobierno, que ha determinado que sea echado del poder, ha realizado sustanciales aportes a la democracia, mas que cualquier otro partido, y quizás los más significativos los ha realizado desde la oposición. Hay que señalar también que cuando no ha sido gobierno siempre ha tenido una cuota importante de poder, tanto en el Congreso como en los Ayuntamientos, en ocasiones con mayoría relativa, y hasta absoluta. Fuera del gobierno ha impedido que la libertad y la democracia perecieran. En el gobierno hace todo lo posible para ser descalificado para continuar, teniendo que volver a ser oposición.

Hoy, expulsado del gobierno, pero con mayoría relativa en la Cámara de Diputados, absoluta en el Senado y con la casi totalidad de las Sindicaturas, tiene que ser otra vez oposición, después de una lucha interna en que hubo descalificación mutua entre sus dirigentes, que ha terminado en una nueva división, lo que permite prever un difícil desempeño en las Congresionales y Municipales del próximo año y, sobre todo, en las Presidenciales del 2008. Si atendemos a las experiencias anteriores, cabe esperar que el PRD permanecerá algunos años en la oposición.

Esta nueva división del PRD tiene una característica muy particular que vale la pena examinar y extraer algunas lecciones. A falta de una negociación interna que posibilitara la reconciliación, la solución al conflicto se puso en manos de la decisión de un tribunal, primero de la Junta Central Electoral y después de la Suprema Corte de Justicia, dando lugar a la «judicialización» de los asuntos políticos, que ya en otros países había tenido funestas consecuencias, sobre todo para los propios partidos. Con la decisión de la Suprema Corte de Justicia de conferirle la razón a una de las partes se confirmó que una decisión jurídica no siempre es la solución política. En una solución política las dos partes salen con algo de ganancia por lo que pueden continuar juntos. En una decisión jurídica una de las partes pierde y otra sale victoriosa. La que pierde tiene que asumir la derrota, puede decidir no continuar la lucha, verse obligada a negociar desde una posición de debilidad, buscando concesiones, o decide formar tienda aparte, que fue lo que hizo el licenciado Hatuey Dacamps.

La dirigencia del PRD debe evitar que la mayoría de la ciudadanía tenga razones para confirmar la percepción de que es un partido que hace mejores aportes al desarrollo humano y a la consolidación de la democracia estando en la oposición que en el gobierno, porque entonces preferirá darle la victoria en los Ayuntamientos y en el Congreso, pero no en la Presidencia de la República, confinándole a ser siempre un partido de oposición.

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