Cotuí.
La creatividad del dominicano parece no tener límites. Aquí se le saca provecho hasta a lo más mínimo, provocando la ejecución de interesantes proyectos de manera artesanal, sin tener que gastar una millonada.
Tal es caso de Raúl Fernández, un visionario cotuisano que hace varios años construyó una particular embarcación. Se trata de un ferry en el lago de la presa de Hatillo. Así como está leyendo: un ferry. Pero no crea que es similar al que vemos entrar y salir del Puerto de Santo Domingo en su itinerario con Puerto Rico.
Realmente fue bautizado así por los residentes en el pueblo. Según señala su creador, este atractivo proyecto es un trimarán (una nave multicasco que consta de un casco principal y dos flotadores más pequeños atados al lado del casco principal con puntales laterales).
Fernández cuenta que empezó a hacer esta embarcación a mediados de 1999 y en el 2000 realizó el primer recorrido por la presa. Pero no todo fue color de rosa, tuvo que enfrentar una que otra vicisitud para hacer su obra realidad.
Destaca que ese no fue su primer intento, pues en primera instancia hizo un ferry típico a base de tanques, madera y cana.
“Fue algo muy artesanal pero la ley marítima de ese entonces no permitía que las embarcaciones fueran hechas de esa forma”, dice.

Apunta que después de éste, ideó el que ahora tiene en funcionamiento, que es más seguro y está avalado por las leyes.
Para encaminar su invención se ha valido de dos elementos fundamentales: decisión y su gran socio, que lo ha acompañado la vida entera: Dios.

Fernández afirma que aunque en el país se dé más promoción al turismo de sol y playa, el ecoturismo tiene mucho futuro. Además, es asequible para el pueblo en general. “Aquí una persona viene con 500 pesos, come, pasea por Cotuí, va al ferry…”, externa.

Otros ferries. De acuerdo con Fernández, con su ferry busca promover el turismo ecológico de esta zona, pero con la firme intención de ver los lagos protegidos.
Asimismo, desea que ideas como esta sean llevadas a otros lugares, pues el país está lleno de lagos y lagunas donde se pueden hacer iniciativas similares.

“Los espacios de agua dulce hay que habitarlos porque cuando se dejan solos, a merced de cualquiera, pueden verse muy afectados, pero es posible protegerlos si se habitan estas cuencas con buenas intenciones, y si se cuenta con el apoyo de las instituciones públicas encargadas del medioambiente y el turismo”, sostiene.
Visitantes. Este visionario asegura que al ferry llegan personas de todas partes del mundo y el país.
Agradece al auge de las redes sociales, porque a través de éstas su obra ha tenido mayor alcance, ya que los visitantes le toman fotos y las comparten. Es así como se va propagando la información de que existe esta novedosa embarcación.

Recorrido. Su creador, quien desarrolla la labor de capitán, ingeniero, bartender y electricista en la embarcación, detalla que el paseo empieza en el muelle y se puede elegir entre dos recorridos: largo o corto.
En el paseo corto, una vez los visitantes arriban al ferry, se adentran a descubrir todo el esplendor que encierra el hermoso lago de la presa de Hatillo.

“En el paseo se hacen varias paradas. La primera es la ‘obra de toma’ (se le habla a la gente lo que esto significa: una presa artificial), de ahí se va a la Isla Grande, donde anteriormente había una ciudad. Después se llega a una pequeña isla y se da una vuelta completa al lago”, explica.

Mientras que la ruta larga incluye el mismo recorrido pero además se visita la crianza de peces en cautiverio, para desde allí pasar a las guácaras del lago.

“Estas interesantes cavernas están divididas por dentro como si fuesen habitaciones. Se cree que eran de indios, pero no es así, pues por su altura ellos no pudieron acceder a las mismas”, opina Raúl Fernández.

Importante. El ferry de Cotuí tiene capacidad para 90 personas, pero Fernández solo aborda 60 por razones de seguridad. El recorrido por el lago cuesta 200 pesos por persona. Está disponible todos los días desde las 8:00 de la mañana hasta las 6:00 de la tarde.