Un pasito para adelante y dos para atrás

Un pasito para adelante y dos para atrás

Bonaparte Gautreaux Piñeyro

Durante 66 años he residido en Santo Domingo, salvo poco más de un año que viví en Venezuela y los viajes de trabajo, o de paseo que he realizado soy, pues, un buen testigo de lo que ha ocurrido, de todo lo que se ve y de algunas cosas que no se ven.

Miro hacia atrás, la ciudad ha crecido físicamente en un indetenible afán por alcanzar el cielo, hoy nos trasladamos en Metro, tenemos muchos pasos a desnivel para facilitar el tránsito y el tráfico cada vez es más lento. Que falta dinero para invertir en investigación y desarrollo agropecuario, que cada vez son más tímidos los pasos hacia la industrialización de materia prima que exportamos para que nos la devuelvan envuelta en celofán y papel plateado a precios cada vez más altos.

Que en materia de tránsito y transporte hemos sido ineficientes todo el tiempo, realmente andamos detrás de los problemas porque parece que entendemos que prever es una torpeza.

Mientras cojea la inversión en materia de salud y educación, aumenta de manera extraordinaria el gasto en deportes, aunque no haya ni instructores ni lugares donde los estudiantes puedan aprender y practicar gimnasia y defensa personal.

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Del mismo modo el sistema nacional de enseñanza da pena, parece que se perdió la vergüenza en el área de los educadores, quienes no se esfuerzan por mejorar la calidad de lo que aprenden los niños de primaria, que es donde está realmente, el futuro de la Patria. ¿Qué podemos esperar de un país donde la población no sabe leer, no sabe escribir, no conjuga las cuatro reglas de las matemáticas: sumar, restar, dividir y multiplicar.

Mientras, da más lucha, que hallar una muela de gallina, encontrar un carpintero, un ebanista, un albañil, un pintor de brocha gorda, un plomero, un electricista; universidades, de todos los niveles, gradúan anualmente decenas de miles de estudiantes que no van a encontrar trabajo.

Hay que dar algo más que una revisión al sistema nacional de enseñanza. Se precisa de una visión nueva que dedique los esfuerzos nacionales hacia las necesidades de la nación. Los “educadores”, los que piensan, deben enfocarse en pensar en dominicano, en educar para las necesidades nacionales, con menos énfasis en las humanidades y mayor énfasis en las materias tales como matemáticas, física, química, investigación científica.

Hay que crear, no cerrar, laboratorios para investigar qué hacer con el bagazo de caña (que ya se sabe, pero se bota), con la cáscara de las naranjas, con las semillas de melón y de auyama que se botan, para que puede servir el rechín de las semillas de cajuil con el que se marca animales y paro de contar.

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