Un pasito para atrás, por favor

Un pasito para atrás, por favor

PAULO HERRERA MALUF
Me cuento entre los que quieren un Gobierno que tenga la fortaleza financiera como para sostener las políticas sociales que la sociedad dominicana necesita. Sin embargo, el Gobierno debe abocarse a desmontar la rectificación fiscal que estableció recientemente. Como veremos, hay varias razones para ello.

El ajuste fiscal se justificaba, según los dos discursos que el Presidente Leonel Fernández dirigió al país sobre el tema, para “mantener los niveles de crecimiento de la economía” y para cumplir con las metas del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional en cuanto a superávit fiscal primario. En esa ocasión, se dijo que el Gobierno necesitaba generar ingresos adicionales por 35,000 millones de pesos.

El Presidente también informó que los contribuyentes tendrían que aportar la mitad de la carga – unos 17,500 millones de pesos – y el Gobierno aportaría la otra mitad con la reducción de diversas partidas de gastos.

La primera razón para desmontar la rectificación es que ya no se necesita. Las cifras dadas a conocer por la Secretaría de Hacienda indican que al 27 de abril las recaudaciones del año en curso superaban a las del 2006 en casi 19,500 millones de pesos. Esto significa que apenas en tres meses y pico, los contribuyentes hicimos el 110% del aporte que debíamos hacer para cumplir con las metas fiscales del año. Ya el Director General de Impuestos Internos había anunciado un gran incremento en los cobros durante el primer trimestre del año, atribuible a la implantación del sistema de fiscalización de facturas y a la reducción de la evasión que dicho sistema trae consigo.

Una proyección conservadora indica que el incremento de los cobros del fisco superará en 2007 los 65,000 millones de pesos, casi el doble de lo que el Gobierno necesita para cumplir el objetivo del FMI. Decimos que es una proyección conservadora porque la cifra divulgada se consiguió durante el primer trimestre del nuevo sistema, con muchos contribuyentes aún adaptándose al mismo. En cualquier caso, se trata de un crecimiento brutal de los ingresos.

Quiere decir, entonces, que las medidas que trajo consigo la rectificación fiscal ya no son necesarias, pues el Gobierno puede cumplir sus metas sólo con la mejora en el cobro de los impuestos existentes.

Hay más razones para desmontar la llamada rectificación fiscal. La siguiente es que si la administración tributaria, como parece, encontró la manera de controlar la evasión del ITBIS y del impuesto sobre la renta, entonces puede con toda tranquilidad proceder a cambiar la filosofía impositiva de la República Dominicana. Nos explicamos.

Las reformas fiscales sucesivas de, al menos, los últimos diez años han partido del supuesto implícito de que la evasión de impuestos en el país es generalizada. De ahí que el Gobierno, para generar ingresos, se haya visto obligado a enfocarse en el incremento de las tasas de aquellos tributos considerados “de fácil cobro” (como el ITBIS, que ya va por el 16%), en la creación de nuevos impuestos aún cuando sean absurdos (como el impuesto a los pagos realizados con cheques y el anticipo a las ventas brutas de tan ingrata recordación) y en los impuestos selectivos al consumo (desde el sobreprecio a los combustibles a los impuestos a los pasajes aéreos, pasando, por supuesto, por los gravámenes a las bebidas alcohólicas, al tabaco y al consumo en bares y restaurantes).

Si la evasión se reduce drásticamente, ya no habría razón para tener tasas tan altas ni para tener una lista tan larga de impuestos traídos por los pelos. Desmontar la rectificación es el primer paso en esa dirección.

Ahí llegamos a la otra razón para el desmonte. Y llegamos a ella sin traer a colación el manoseado argumento de que el Gobierno dominicano no devuelve los impuestos en forma de servicios para la ciudadanía. Es verdad que no lo hace, pero no es por ahí que va la cosa.

La tercera razón es que un superávit fiscal neto es tan malo para la economía como un déficit fiscal neto.

Rectificar la rectificación es lo justo. Y lo necesario. Aparte de que, de ñapa, sería una medida muy popular.

p.herrera@coach.com.do

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