Un paso inevitable

Un paso inevitable

República Dominicana tiene un compromiso consigo mismo y con sus socios comerciales o en potencia  en el marco del tratado conocido por las siglas DR-CAFTA  suscrito con Centroamérica y Estados Unidos.

La activación de ese mercado libre está demorada porque la mayoría de los miembros –incluyendo a República Dominicana- no han alcanzado la adecuación de leyes y políticas internas que establezca un concierto legal y de procedimientos entre las partes.

En el horizonte de los dominicanos no aparece alternativa de comercio exterior que pueda sustituir al rumbo trazado en los momentos que se negoció y aprobó el DR-CAFTA.

Algunos críticos han sostenido que el país no se preparó suficientemente para sacar ventajas al convenio, ni negoció  con sentido práctico las condiciones de la apertura.

Pero lo cierto es que el esquema de libre comercio al que ingresaremos es de efecto gradual, que buena parte de los productores locales quedan todavía  en lo inmediato protegidos contra el ingreso de renglones con los que les sería difícil competir; y que es inaplazable que República Dominicana se garantice futuras ventajas relativas para sus exportaciones hacia Estados Unidos en comparación con China y el resto  de Asia, lo cual se conseguiría de manera importante a través del CAFTA.

Con vías a la integración se hicieron reformas fiscales que lucen incompletas y falta también legislar –en vez de quedarse en decreto-puente- para hacer más transparentes ciertas operaciones del Estado.

Pendiente está además la reorganización del sector eléctrico para disminuir los costos de producción por que sino República Dominicana se alejaría, en vez de acercarse, a los índices de eficiencia productiva que predominan en el naciente mercado.

Estos son retos que deben ser enfrentados sin demoras por el gobierno y el sector privado por que lo definitivo es que en pocos meses debe iniciarse con éxito la supresión de aranceles, un camino de doble vía y reciprocidades con nuestros socios.

En áreas importantes se ha demostrado que este país puede competir. Los habanos y el cacao dominicanos tienen una presencia respetable y muy rentable en el resto del mundo. En algunos otros renglones de exportación también somos eficientes. La libertad de comercio es la obligada clave del progreso. ¡Que nadie le tema!

Pacto con el pueblo

El país avanza hacia una consulta electoral de medio tiempo que ha vibrado innecesariamente con anticipación.

Ahora los partidos políticos desembocan en el tramo final de sus proyectos tras meses de escarceos y negociaciones en busca de alianzas.

Los tonos de la rivalidad entre los sectores que se disputaban adhesiones complicaron el debate con diatribas  y discusiones que ponían más atención al reparto de candidaturas que a lo programático.

 Lo que resta –tras quedar más o menos definida la forma en que van a estar situados los rivales- es que ahora se acentúe la lucha; unos contra otros, por todos los medios posibles, para llegar al triunfo.

En República Dominicana tenemos antecedentes negativos por falta de civilidad. La pasión política enceguece a algunos y las provocaciones abundan cuando el partidarismo desborda con el acercamiento de mayo.

Se ha planteado que los liderazgos políticos firmen un pacto que garantice la aceptación del resultado de los comicios, cual que sea.

Aunque ese propósito no sea alcanzado por falta de gestos de buena voluntad, es bueno estar advertidos de que la sociedad no está formada exclusivamente por ciudadanos que militan en partidos o están muy comprometidos con ellos.

Los últimos resultados electorales, con caudales de sufragios que han cambiado con rapidez de dirección de una justa a otra,  confirman la presencia de una mayoría con independencia de criterio, que delibera y emite su voto por encima de la turbamulta y el frenesí generalmente demagógico de los aspirantes.

Los liderazgos políticos tienen que procurar las mejores relaciones con la comunidad y respetarla a plenitud.

Tienen que comprometerse, sin firmas ni ceremonias, a preservar la paz y el orden en este proceso. Que dirijan sus campañas e influyan en sus activistas para que no haya  violencia;  que el debate sea de altura y contenido.

Los políticos le han fallado mucho a esta sociedad. Casi siempre han logrado que las elecciones aparezcan como una aproximación al abismo con riesgos de quebrantamiento de las reglas de juego.

Se les ruega, en nombre de la ciudadanía, que esta vez sea diferente.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas