Un peligroso círculo vicioso

Un peligroso círculo vicioso

Al gran caso de Figueroa Agosto, Toño Leña y otros más, se suma el de César el Abusador. Con un aparataje de películas de acción, autoridades norteamericanas y de nuestro país, allanaron decenas de negocios y viviendas al mismo tiempo.
Resulta curioso que esas autoridades conocían de las operaciones del capo desde el 2012 y lo dejaban hacer. Nadie sabe cuánta droga introdujo a Estados Unidos ni si la DEA dejaba que la vendieran o si la compraba la DEA como cuerpo del delito.
Tampoco los bancos, con los que operaba El Abusador, investigaron para conocer su cliente y no contribuir al lavado de activos. No he visto ninguna información sobre ese aspecto. Tampoco la hubo antes con los grandes casos criminales de narcotráfico, asesinatos, crímenes.
El caso tiene implicaciones que nunca se conocerán. Parte de las investigaciones y de los implicados no llegarán a los tribunales. Se les fue la mano a los narcotraficantes, a sus patrocinadores, a la autoridad que los protege con su silencio cómplice, a quienes cobran por mirar hacia el otro lado.
Décadas atrás, mientras caminaba, en Nueva York, desde la 144 de Broadway hasta la calle 198, encontré varias patrullas de dos policías que caminaban en mi dirección o en la contraria por la misma acera. Me llamó la atención.
Me dirigía a una tienda ubicada en el centro de la cuadra de la 198 entre Amsterdam y Broadway, cuyos dependientes eran dominicanos donde había comprado antes.
Ante el poco movimiento de la zona me informaron que el comercio estaba de capa caída, agentes de Migración, del Buró Federal de Investigaciones (FBI), de la Policía Estatal, la Policía Municipal y el Departamento Estadounidense Antidrogas (DEA) patrullaban la zona combatiendo el tráfico y consumo de drogas. Hasta las mujeres de los jodedores están trabajando en las factorías, me explicó el joven.
A poco, terminó el operativo. Todo volvió a la normalidad. El comercio se dinamizó. De nuevo, los vendedores de drogas aparecieron en las esquinas del Alto Manhattan. Las mujeres de los jodedores volvieron a sus casas.
Años después, como presidente del Consejo Nacional de Drogas, recibí la queja, del presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado de los Estados Unidos, de que por República Dominicana pasaba una gran cantidad de cocaína hacia su país.
Le respondí que la droga que pasaba por aquí se vendía en las calles, en el mayor mercado de consumo del mundo, como si se tratara de un caramelo para contentar un niño. El senador se levantó; se despidió y se marchó.
El problema sigue, mientras haya compradores con mucho dinero habrá un creciente mercado de vendedores.
De vez en cuando atraparán a otro Toño Bicicleta o Juanito el Abusador.

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