Un periodista al servicio de su país

Un periodista al servicio de su país

Es un personaje bastante olvidado, no se le ha hecho mucha justicia en el sentido de recordar sus aportes como luchador por los derechos humanos, aportes como periodista,  escritor, como uno de los mejores oradores dominicanos”.

Ana Josefina Padilla Deschamps, nieta de Eugenio Deschamps de Peña, hace el señalamiento al preguntarle si considera que su combativo antepasado, honrado con una calle de Santo Domingo, ha sido suficientemente reconocido.

La dama, que heredó de este y otros ancestros el espíritu revolucionario puesto al servicio de la libertad, habla con admiración del abuelo “Jengo”, al que Lilís condenó al destierro por atacar su tiranía en los medios que fundó, dirigió y de los que fue redactor.

Su madre, Lizzye Deschamps y su abuela Ana Balbina Chávez de Deschamps le transmitieron el historial político, humano y patriótico del llamado “príncipe del periodismo nacional”, de estilo “sonoro, retumbante, apocalíptico”.

“Él vivió tanto tiempo exiliado, siempre huyendo de Lilís, que creo que el mayor tiempo de su vida familiar lo pasó en Puerto Rico. Mamá nació en Islas Turcas y no sé si mi tía mayor, María Deschamps, nació también allá”, cuenta Ana Josefina, quien sabe también mucho de Deschamps porque buscaba sus escritos en los recortes de prensa y manuscritos que devoraba con admiración.

Heredó solo una parte de este patrimonio porque en 1949 allanaron la finca de Ana Balbina tras los pasos de Fernando Suárez, esposo de Consuelo Deschamps, su tía. Fernando era parte de la resistencia interna que apoyaría a los expedicionarios de Luperón. Lo que quedó de ese acervo lo donó  al Archivo General de la Nación.

Hubo un momento en que Eugenio envió a Puerto Plata a su esposa y sus dos hijas, una recién nacida, en una barcaza y el dictador dio instrucciones para que no las dejaran bajar. “Abuelo escribió protestando porque se trataba de una recién parida y dos bebés y había tormenta que las ponía en peligro de zozobrar, pero las devolvió”, relata.

Entonces educó a su descendencia en Puerto Rico. Regresaron a Santiago  graduadas como bachilleres  en ciencias comerciales. Silvia, María y Lizzye Deschamps fueron “las tres primeras mujeres en el país que trabajaron fuera de la casa, como oficinistas. Silvia trabajó en el correo y mamá en la casa de Tavares, ahí conoció a mi papá, José Antonio Padilla”, refiere.

Le narraron el atentado de que fue víctima su abuelo en Puerto Rico. “Lo hirieron en la espalda y de esa herida nunca se curó porque entonces se introducían los rayos equis y a él se los aplicaron como experimento, pero lo quemaron. Para que la ropa no se le pegara, le colocaban un pañuelo de seda en la espalda”. Desde que Lilís fue ajusticiado, Deschamps regresó a Santiago y ahí murió, con esa afección, comunica.

Se lo describían de tez blanca, cabello oscuro, estatura mediana. Era sobrino del reputado intelectual Manuel de Jesús de Peña y Reynoso, por el lado materno. De él heredó el arte de escribir bien.

La ex candidata a la vicepresidencia de la República por el Partido Revolucionario Social Cristiano y miembro de la Juventud Democrática que luchó contra Trujillo, define a Deschamps como “una de las figuras más avanzadas de su época. Tenía gran conocimiento de lo que eran la democracia, los derechos humanos y amaba entrañablemente a su país y a su pueblo. Era un santiaguero recalcitrante”, exclama.

Su temperamento, añade, era apasionado, “por eso no le importaba decir lo que pensaba. Consideraba, además, que la educación era la base de los pueblos. Fundó Amantes de la Luz y Alianza Cibaeña”.

“Mis ancestros influyeron en mi comportamiento e ideas. Mi bisabuela, Ceferina Calderón de Chávez, no hacía política pero luchaba por el bien de las personas y valientemente protegía a los perseguidos por el régimen de Lilís, incluso protegió a mi abuelo, que tenía amores con su hija Lizzye. Lilís le decía: ‘A Jengo te lo voy a matar’ y ella contestaba: ‘Lo voy a proteger, y lo pudo sacar en una barcaza por Monte Cristi”.

“Pienso que debo luchar y me casé con un hombre luchador, Rafael Augusto Sánchez, todo eso ha influido en mi carácter y forma de actuar, pero el mayor ejemplo fue el de mi abuelo, en mi juventud  leía todos sus discursos, impresionada por su fogosidad. Era impulsivo, lanzado”.

Eugenio Deschamps.  El más admirado periodista de su tiempo nació en Santiago de los Caballeros el 16 de julio de 1861, hijo de Eugenio Deschamps y de Natividad de Peña y Reynoso. Recibió la primera instrucción en la escuela de Lucas de Castro y tuvo también como maestro a Manuel de Jesús de Peña y Reynoso. Pero fue esencialmente autodidacta. Era hermano del escritor Enrique Deschamps.

Se inició en el periodismo a los 22 años con la fundación de “La Alborada”,  y luego sacó “La República”. Dirigió y fundó “Las Brisas” y “La Esperanza”, en Monte Cristi. En Puerto Rico dirigió “El correo de Puerto Rico”, fundó “Alma antillana” y fue redactor de “La Democracia”. Fundó en San Pedro de Macorís “La hoja suelta”.

Numerosos intelectuales han exaltado tanto al periodista de combate como al orador. Balaguer considera algunos de sus discursos “verdaderos monumentos literarios que podrían figurar entre las más brillantes piezas tribunicias de la literatura hispanoamericana”. Su “Salutación a Máximo Gómez” a su llegada a la República es muy celebrada.

Abigail Mejía apunta que “un temperamento bravío le empujó a la política y por ende a la tribuna para entonar himnos patriotas y vibrantes en honor de la libertad… Su estilo por excelencia es de tribuno, lleno de rotundidades, de frases elegantes, de metáforas que le acuden prontas al socoro de su verbo siempre espontáneo”.

En los tiempos que no fue perseguido desempeñó los cargos de secretario de Estado de Correos y Telégrafos, Hacienda y Comercio, Relaciones Exteriores, Guerra y Marina, Fomento y Obras Públicas. También  fue gobernador de Puerto Plata y vicepresidente de la Republica en el  gobierno de Alejandro Woss y Gil.

Publicó:  A las sociedades políticas, Notas y reflexiones sobre nuestros límites occidentales, Réprobo, Juan Morel Campos, Ecos tribunicios, Inri, Contra Roosevelt, Mi raza, Discurso de bienvenida a José de Diego.

Murió el 27 de agosto de 1919.

Julio Jaime Julia, quien compiló sus artículos, expresa que él es “una figura legendaria, prototípica en la galería de los grandes hombres de la República Dominicana, de América y del Mundo”. Vigil Díaz escribió en su necrológica: “Me atrevo a jurar que agonizó con la visión del combate en las pupilas…”.

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