Un posible remedio “anti-chapucero”

Un posible remedio “anti-chapucero”

Me he referido varias veces al terrible efecto de las chapucerías, los trabajos realizados con tosquedad o imperfectamente. Las cometen mecánicos automotrices, carpinteros y ebanistas, plomeros, jardineros y otra clase de trabajadores, por no meterme hoy en las metidas de pata de otro nivel realizadas por profesionales (¡o por periodistas!)…

Pues bien, en vez de volver a quejarme de lo mismo vengo a compartir una propuesta de solución. Resulta que en mi casa hay dos técnicos, uno de los aire-acondicionados y otro de plomería, a los cuales se les paga mensualmente sumas mayores a lo que serían uno o varios salarios mínimos. Y sin embargo pocas semanas después vuelven a lo mismo.

Me dirán que debo cambiar de técnicos y quizás sea así, pero a decir verdad al cabo de varias décadas empleando servicios de “handy-men”, “curiosos” y otra clase de “arregladores”, uno viene a ver que son todos casi iguales de malos. Hay pocas excepciones, como la de un electricista que conozco cuya excelencia es la excepción que confirma la regla. La idea es que alguna entidad como el INFOTEP, que tantos cuartos exprime mensualmente a todo negocio organizado, se ocupe de otorgar certificaciones de calidad a los técnicos y que además lleve un registro para que los usuarios de sus servicios puedan reportar excelencias o deficiencias.

La certificación no violaría ninguna ley pues no se trata de un permiso de trabajo ni excluiría a nadie de trabajar como le plazca, pero seguramente quienes estén certificados tendrían más clientes. Y además, así como los burós de crédito llevan registros de cuan buen o mal pagador es cada cual, podría organizarse un archivo de elogios y quejas, para que cada plomero, ebanista, electricista, albañil o jardinero, y hasta los lavadores de carros y perros, puedan tener cada cual su historial para referencia de los clientes. El invento no es nuevo y en ciertos países funciona muy bien. Por ejemplo, los comerciantes cibernéticos pueden ser evaluados por sus clientes y aquellos que se “queman” quedan ardidos.

Cuando hablamos de transparencia, libre acceso a información, era digital y demás chulerías, no debería ser sólo para enchinchar contra el gobierno. Esta propuesta, por ejemplo, impactaría positivamente a muchísima gente y -¿quién sabe?- quizás hasta sirva para conseguir votos.

Porque los buenos y sus clientes seguramente son muchos más que los azarosos chapuceros, ¡esos desgraciados!

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