Voceros perredeistas repiten machaconamente que el liderazgo del Presidente Leonel Fernández funciona en base al clientelismo y la corrupción. El gobierno cree que sólo esa cantaleta ha creado una errada percepción. Me parece que hay en este gobierno, como ha habido siempre en todos, clientelismo y corrupción, pero el jefe del Estado posee otros atributos que sus adversarios insisten en ignorar. Y peor aún, sus subalternos gastan más saliva defendiéndose que resaltando las virtudes del gobierno.
De las tres veces que Fernández ha sido electo a la Presidencia, las dos primeras fue candidato sin estar en el poder; si en su reelección de 2008 hubo clientelismo también hubo cuando Hipólito Mejía intentó reelegirse, en 2004, y perdió; hubo más cuando Balaguer intentó reelegirse, en 1978, y perdió; hubo cuando Jorge Blanco quiso imponer a su esposa Asela Mera como senadora, en 1986, y perdió.
Jacinto Peynado gastó casi toda su fortuna cultivando un liderazgo infructuoso. La cuestión es que el clientelismo por sí solo no da triunfos electorales ni sirve para fabricar líderes. Según algunos perredeistas, el doctor José Francisco Peña Gómez contaba con un liderazgo cimentado no en lo que daba, pero sin embargo desde la sindicatura del Distrito Nacional fue pródigo dando facilidades y creando empleos para sus seguidores. ¿Estaba por tanto el liderazgo de Peña Gómez sustentado sólo en el clientelismo? ¡Claro que no!
Cualquiera cree que el PRD posee una línea comunicacional que pretende disminuir la calidad del liderazgo del Presidente Fernández atribuyéndolo falsamente al clientelismo. Algunos de sus propios funcionarios ayudan al PRD cuando se defienden ellos mismos pero no a su jefe, quien firmó el decreto designándolos.
Muchos políticos, dentro y fuera del PLD, quisieran morderse ellos mismos los pelos de la cabeza ante su incomprensión de la garra y habilidad política de Leonel Fernández, que no sólo aprovecha las debilidades y disparates de muchos de sus opositores, sino que logra mantenerse como el preferido de las mayorías, aún cuando éstas se desencanten por estimar que él pudiera dar más de sí mismo y cargar con menos lastre político ajeno.
La prudencia, la visión, la buena fe, aún cuando queden melladas por pifias incomprensibles, son atributos del liderazgo de Fernández que sus contrarios no le reconocen. Que las fortalezas de Leonel las ignore el PRD es entendible; que las ignoren sus propios subalternos, inexplicable…