Un préstamo para damnificados

Un préstamo para damnificados

El Poder Ejecutivo acaba de enviar al Congreso para su aprobación, vía el Senado de la República, un préstamo por US$50 millones para socorrer a damnificados de los daños de fenómenos naturales de 2016 y 2017. Concretamente, con ese financiamiento millonario se iría en socorro de habitantes de comunidades de las provincias Monte Cristi, Puerto Plata, Espaillat y Duarte. A pesar del buen propósito de este empréstito, este es el tipo de endeudamiento que los congresistas deben estudiar con sumo cuidado y sin prisa. Se trata de un préstamo contraído con el Banco Europeo de Inversiones a una tasa de interés anual de 4.20%, amortizable en 20 años, con una gracia de cinco años. Cincuenta millones de dólares son varios miles de millones de pesos dominicanos. ¿Exactamente, qué se va a financiar con tan respetable suma?, ¿dónde están los estudios que indican los proyectos que serán puestos en marcha con esos fondos?, ¿qué quiere decir el Poder Ejecutivo cuando habla de “restablecer los medios de vida y contribuir a la cohesión de la comunidad de las provincias afectadas por el huracán Matthew y las inundaciones de noviembre de 2017”?
Los asesores financieros del Congreso Nacional, sobre todo los del Senado, harían bien en levantar un informe detallado sobre este contrato de préstamo, sin dejar de establecer con claridad cuántos millones de dólares tendrá que pagar el Estado dominicano por este crédito al cabo de 20 años. La carga de la deuda pública dominicana es tal para nuestra economía, sobre todo para el flujo de caja, que en lo adelante tenemos que ser muy cautos y detallistas con los préstamos internos y externos. La prudencia financiera debe ser nuestra mejor consejera.

Negocio eléctrico

Si una empresa distribuidora de electricidad “da” apagones a sus clientes por un total de 1,272 horas al año, es decir, 53 días, ese es un negocio que necesita ser sometido a urgente evaluación de parte de técnicos expertos en gestión empresarial. La razón es sencilla: no está en condiciones de cumplir las obligaciones contraídas con sus clientes. Pero si a este hecho le agregamos que esa misma firma o negocio pierde el 37% de la electricidad que pone en línea, entonces el mal es mayor. No importa la razón de la pérdida o la explicación que pueda darse de la misma, lo que importa, en términos empresariales y financieros, es el hecho. Un sistema eléctrico nunca estará bien si prevalece la realidad descrita aquí.

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