Si nos desprendemos un poco de las pasiones que suelen acompañar las opiniones políticas en nuestro país, debemos reconocer, sin regateos, que el primer año de gestión del Gobierno de Luis Abinader representa un paso de avance en lo institucional y lo económico, pese a las adversidades que, como la pandemia del covid-19, afectan a los países del mundo.
Parte de la oposición, con todo su derecho, ha objetado el pasado discurso del primer mandatario y expresado que no sabe gobernar, que ha endeudado al país y otras críticas que se entienden como parte de su accionar, pero lejos están de desmeritar el esfuerzo que hace el Presidente para sacar al país hacia adelante pese a la crisis heredada.
Una de las cosas que criticaba a los gobiernos del PLD era su anuncio constante de crecimiento económico que iba a la par con una carrera desbocada en la toma de préstamos internacionales sin que existiera ninguna situación de emergencia que los justificara como sucede ahora cuando, además de pagar las deudas heredadas, hay que enfrentar las crisis de salud y económica que nos depara el Covid-19 y ahora, de ñapa, la fiebre porcina.
No me prestaré a repetir los argumentos y anuncios optimistas del presidente de la República, quien tiene un eficiente servicio de comunicaciones para esos fines, pero cabe destacarse la millonaria inversión que se hace en materia de infraestructura en toda la geografía nacional, entre otras cosas positivas, y el respeto que ha mantenido ante el accionar de la Procuraduría General de la República en procura de someter a la justicia a los flamantes desfalcadores de los fondos públicos.