Un problema grave

Un problema grave

El consumo de bebidas alcohólicas está causando serios estragos en nuestra sociedad.

Basta citar el hecho de que las 1,894 denuncias presentadas de enero a julio del presente año en la Unidad de Niñez y Familia del Distrito Nacional están vinculadas con ingesta de alcohol.

Pero la cosa no se queda ahí. Una proporción bastante significativa de los accidentes de tránsito que ocurren en el país se deben a imprudencias provocadas por el consumo de alcohol.

El Departamento de Salud Mental de la Secretaría de Salud Pública ha expresado su alarma por los resultados obtenidos en estudios sobre consumo de alcohol y sus consecuencias.

Es cosas sabida que el alcohol en exceso causa daños a la salud que pueden ir de lo fisiológico a lo sicológico, aparte de las secuelas sociales que se derivan del comportamiento de la gente bajo los efectos del alcohol.

Hay estudios cuyos resultados responsabilizan el consumo de alcohol como una de las principales causas de pérdida de cohesión de la familia.

En términos económicos, el consumo de bebidas espirituosas tiene que ver demasiado con la baja de rendimiento y ausentismo en el trabajo y en las escuelas.

Ciertamente tenemos un grave problema de salud pública al que hay que ponerle caso más allá del discurso.

El Gobierno, que recibe por concepto de impuestos de las bebidas alcohólicas una proporción bastante jugosa de sus ingresos fiscales, tiene que elaborar planes para tratar de disminuir el consumo de bebidas etílicas.

De primera intención, debe descartar la posibilidad de establecer privilegios para que en algunas zonas o comunidades se pueda beber alcohol sin las restricciones que limitan los horarios de venta.

Hay un consumo irracional de bebidas alcohólicas que está arrojando cifras alarmantes de perjuicios fisiológicos, morales, económicos y sociales. Se trata de un problema grave y hay que enfrentarlo.

Salubridad

Varios turistas británicos -se dice que unos doscientos- resultaron infectados por estafilococo dorado en un hotel de la zona norte del país, lo que ha causado gran revuelo.

La ocurrencia habrá de servir para que haya un mayor celo en el manejo de alimentos por parte de los prestadores de servicios de hotelería  y una supervisión sanitaria más minuciosa de parte de las autoridades competentes.

El país no puede darse el lujo de que problemas de esta naturaleza pongan en entredicho, en el exterior, la calidad de nuestros servicios en materia turística.

Nuestros competidores, que no cesan de hacer campañas aviesas contra la República Dominicana, tienen ahora material de primera para continuar detractando al país, y todo por causa de un posible mal manejo de alimentos.

En estos tiempos en que la competitividad es la llave maestra de los buenos negocios hay que ser muy cuidadosos con la calidad de servicios relacionados con el turismo.

Hay que trabajar con  más celo para evitar nuevas ocurrencias de este tipo, pues pueden colocarnos en verdaderas dificultades.

A las autoridades sanitarias les corresponde una cuota importante de responsabilidad en estos percances, que deben ser evitados a toda costa.

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