El sueldo 13 del año es un beneficio legítimo de todo el que trabaja; un pago a tono con la Navidad y las necesidades de consumo. El anuncio oficial de la erogación al 10 diciembre de la regalía pascual a los servidores públicos ha llegado con otra información oportuna que tiene que ver con la creciente preocupación de la ciudadanía por la precariedad del servicio eléctrico. El Gobierno ha dicho que entregará cien millones de dólares al sector eléctrico, en corto plazo, y 150 más antes de fin de año. Es notable que la generación ha declinando a lo crítico, aún cuando algunos boletines informen la reactivación de plantas. Llueven las denuncias de interrupciones más prolongadas que antes en distintas regiones del país.
No sería necesario repetir aquí en detalle los efectos que para la ciudadanía tienen las fallas constantes del fluido que sumen en tinieblas y entorpecen la marcha de hogares y negocios modestos, que son mayoría. Ni repetir que el uso prolongado de plantas propias en sectores medios y altos de familias y empresas aumenta dañinamente sus gastos. El actual descenso en la calidad del abastecimiento de electricidad constituye además un serio tropiezo al objetivo de lograr que más y más consumidores paguen con regularidad la luz que reciben por vía de las distribuidoras, que son las que tienen que dar el frente a una ciudadanía que se siente intensamente perjudicada en ese renglón.
Puertas frágiles
El Gobierno debe estar consciente ya de que los límites territoriales de la República Dominicana resultan demasiado vulnerables en dos sentidos. Estamos superpoblados de inmigrantes que ingresan ilegalmente y sin límites racionales a una presencia que tan visible resulta en la proliferación del comercio callejero, en construcciones y en diversos cultivos. Y en adición, los mecanismos de control de aeropuertos no garantizan plenamente impedir la salida de dominicanos y extranjeros sub júdice. La debilidad de los controles sale a la luz con frecuencia a pesar de que en ocasiones se expulsa de organismos a empleados que faltan al cumplimiento de sus deberes.
Independientemente del misterio Sobeida, el caso de Elizabeth Rafaelina Acosta , que pudo irse para Nueva York estando acusada de una estafa millonaria y formalmente impedida de salir, viene a ser otra demostración de lo que se comenta incluso en círculos oficiales: que las restricciones judiciales a los viajes al exterior no se aplican con efectivo rigor y que carece de ético rigor una parte del personal que tiene que aplicarlas.