Un problema vital

Un problema vital

Constantemente  los medios de comunicación difunden propuestas de calificados técnicos y analistas que se refieren a los principales problemas del país, para que el nuevo gobierno del presidente Danilo Medina les otorgue prioridad.

Sin embargo, pocas veces hemos leído o escuchado que alguien se refiere a un problema vital que afecta a la ciudad del Gran Santo Domingo: el problema del agua, que se acrecienta cada día con nuevos asentamientos humanos en barriadas periféricas y por el propio crecimiento de la población.

El Acueducto de la capital dice que produce unos 393 millones de galones diarios, equivalentes a 1,489.62 millones  de litros de agua. Si se divide esa cifra entre una población de cinco millones que aproximadamente tiene Santo Domingo, tendríamos que a cada habitante le tocarían 297.92 litros, cifra muy superior a lo que correspondería a cada ciudadano en las ciudades más organizadas que la nuestra.

Eso es en teoría, porque todos sabemos la  enorme cantidad de agua que se pierde en las redes, calculándose  que llega hasta un 40 por ciento, sin contar con el desperdicio.

Si Balaguer no hubiera dispuesto tomar seis metros cúbicos de agua del embalse de la presa de Valdesia para trasladarla a Santo Domingo, hace tiempo que nos habríamos muerto de la sed. Esas aguas estaban destinadas al riego de la provincia de Peravia (Baní).

La presa de Madrigal sobre el río Haina no pudo construirse por las rivalidades políticas entre el entonces presidente Salvador Jorge Blanco y el presidente del Senado, Jacobo Majluta, quien se opuso a la aprobación del financiamiento otorgado por el BID.

Han transcurrido más de 30 años de eso y ningún gobierno posterior se ha ocupado de pensar en el grave problema del agua en Santo Domingo, que amerita una solución  definitivamente.

Hay muchas medidas transitorias para aliviar un poco la escasez de agua en los barrios, entre ellas la construcción de grandes cisternas populares como se hizo en la década de 1970 cuando en el país hubo una enorme sequía.

Sin embargo, hay que ir pensando en una solución definitiva. Madrigal está descartada por el momento, pues desalojar cientos de familias asentadas en el área del embalse constituiría un problema social y económico de gran envergadura, que ningún gobierno estaría dispuesto a asumir.

Cabría la posibilidad de estudiar la construcción de una pequeña presa aguas abajo de donde estaría Madrigal. Sugerimos estudiar esa posibilidad.

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