Un proceso que debe detenerse

Un proceso que debe detenerse

A través de una gama de prácticas y usos, a los recursos naturales de este país se les agrede sin contemplaciones en lo físico y en lo químico. Ríos y costas, aires, montañas y ciudades reciben impactos contaminantes o destructivos. En algunas áreas las explotaciones agrícolas e industriales emiten residuos sólidos, líquidos y en gases que degradan suelos y acuíferos en perjuicio del hábitat para humanos y contra especies vegetales y animales. Todo ello ocurre por una falta de normas y rigor para proteger el ambiente y poco se percibe una firmeza de voluntad en los niveles que corresponde para cambiar la situación. De seguir en ese curso, el país estaría sumando una ominosa cuota al proceso global que deteriora el planeta.

Una serie de reportajes de este periódico, bajo la firma de Minerva Isa (Premio Nacional de Periodismo) deja sobre el tapete un balance deplorable en la relación de los habitantes de esta media isla, con su variedad de interés y grados de excesos, con los elementos del ambiente. Como si no existiera conciencia de que las agresiones a la naturaleza se vuelven inevitablemente contra la colectividad. Comenzando porque alteran el clima y determinan, como anticipación a cosas peores, que en esta parte del continente ocurran prolongadas sequías o destructivos excesos de lluvias. Estos textos han constituido un historial de agravios contra el único territorio de que disponemos para vivir.

Ir a las raíces de ciertos males

Mucha frustración se percibe por- que en ocasiones la justicia parezca fallarle a la sociedad al tiempo que la Policía es cuestionada en diversos momentos por la fragilidad de su ética y la insuficiencia de sus servicios de protección; o la preocupación se origina en fiscales por las forma de instrumentar expedientes que no llenan su cometido. A todo lo anterior se suman la falta de enfoque y de acción contra causas profundas de la delincuencia.

No parecen suficientes los programas para garantizar que los jóvenes que ni estudian ni trabajan se conviertan en adultos útiles a la sociedad. Tampoco lo son las políticas que en materia de impuestos y energía, y en el aspecto clave de seguridad jurídica, fomenten inversiones y hagan crecer la economía para más empleos y menos exclusiones.

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