Un profesional sumergido en la pobreza

Un profesional sumergido en la pobreza

Según las últimas estimaciones del Banco Central la canasta básica familiar asciende a RD$ 23,398.58.  El personal docente recibe como salario por tanda cerca de RD$ 7,400.00 de sueldo base en educación media y en educación básica RD$ 7,800.00. Este sueldo base puede ascender con dos tandas (en una parte de la población docente) a RD$ 20,000.00 y con la obtención de títulos de maestrías y muchos años de magisterio pueden llegar hasta RD$ 30,000.00. En todos los casos que da sus salarios no cubren sus necesidades mínimas de sobrevivencia ni la de su familia.

La situación de pobreza de la población docente se puede observar en sus condiciones de vida o en la visita a sus hogares. Una proporción significativa reside en viviendas de madera con piso de cemento o piso de tierra, muchos casos con letrinas y sin abastecimiento regular de agua potable y electricidad.

En la población docente pensionada o jubilada es más deprimente la situación. Se registran casos que para subsistir la vecindad le pasa la comida o se mantienen a base del fíao del colmado. En algunas comunidades encontramos maestros/as pensionados/as con problemas de tuberculosis e inseguridad alimentaria y otros con enfermedades mentales y depresión aguda.

Esta situación socio-económica de la población docente se agudiza con la inestabilidad e incertidumbre del servicio médico que reciben. Desde hace varios meses el personal docente de nuestras escuelas no cuenta con un seguro médico que cubra sus problemas de enfermedad ni de sus familias aun cuando se le descuenta de su salario. Se presentan casos de recepción de un tratamiento de diálisis subvencionado por la comunidad y sus compañeros/as. Lo mismo ocurre con las muertes, compra de caja y funeral solventado a base de recolectas en las comunidades y entre docentes.

¿Qué se puede esperar en su oferta de calidad educativa en las aulas?

Definitivamente el magisterio necesita ser dignificado como área profesional prioritaria y trascendental en términos del desarrollo humano en el país. La educación de nuestras próximas generaciones debe estar en manos de personas que tengan una vida digna, con un nivel de empoderamiento y desarrollo humano que puedan ofrecer hacia sus estudiantes una educación de calidad desde condiciones objetivas y subjetivas de alta satisfacción y bienestar. Un/a maestro/a no puede educar con esmero, con alta motivación y actualización permanente viviendo en la miseria. Mientras la escuela dominicana siga inserta con todos sus actores en el ciclo de pobreza y el gobierno se niegue a cumplir con la ley de educación que asigna un 4% a educación, nuestro sistema educativo se mantendrá en la indigencia.

 

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