Un prólogo que nunca se publicó

Un prólogo que nunca se publicó

Al concluir de escribir mi libro “Guzmán, su vida, gobierno y suicidio”, estuve a punto de cometer el error de incluir un prólogo de mi buen amigo el doctor Iñigo Montoya. Quizás el momento sea oportuno para ofrecerles aquí un extracto:

“Pocas veces en ambientes provinciales se escribe sobre temas tan espinosos con tan genuino interés histórico por conocer ambos lados de la moneda o si se trata de un cubo cada una de sus facetas o en el extremo del icosaedro cada una de sus veinte caras. Es una obra extraordinaria, bien investigada y escrita impecable y graciosamente, acerca de una desgracia monumental como es el suicidio de un Presidente de la República en ejercicio.

“Aconsejé a Báez Guerrero no publicar este libro. ¿Habrá satisfacción intelectual o recompensa financiera suficiente frente a los riesgos de pisar tantos callos como es necesario para aproximarse a la verdad? Sus juicios sobre personalidades y acontecimientos pueden por momentos parecer tan cáusticos o iconoclásticos que sentí preocupación por su futuro como periodista de vocación universal en un medio insular y retaliatorio, donde emplear la mollera y sus resultados acarrea muchas veces un riesgo tan enorme que las mayorías ilustradas se amoldan o acomodan para evitar las consecuencias.

“Al leer este libro he recordado a Nemosina, cuyo nombre posee tantas grafías distintas, quien fue la diosa griega de la memoria y el recuerdo y a quien se le atribuye la invención del lenguaje y las palabras. Representaba en la mitología helénica a la memorística tradicional imprescindible para preservar la historia, la literatura y las tradiciones, antes de que se escribiera. Fue la madre de las musas, diosas patronas de los poetas de la tradición oral. ¿Por qué asocio una diosa griega tan relevante con una obra sobre política dominicana? Porque Báez Guerrero ha querido escribirla “sine ira et studio”, según la frase de Tácito. Este libro aparenta circunscribirse al relato periodístico del suicidio del Presidente Guzmán, pero en realidad es un examen de la sociedad dominicana en la que aparecen de manera inequívocamente clara sus quistes y tumores, sus llagas (que ustedes llaman “rámpanos”) y cicatrices…. 

“El tono de la obra lo advierte Báez Guerrero en su prefacio:  Los reporteros a veces no entendemos por qué a ciertos protagonistas les puede molestar más que se cuenten sus hechos que el haberlos cometido”.

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