Un proyecto de felicidad para el 2008

Un proyecto de felicidad para el 2008

LUIS R. SANTOS
A fin de año tenemos la tendencia a reflexionar, a hacernos propósitos para el nuevo año. Sin embargo, en muchas ocasiones, ya en los primeros quince días de enero hemos abandonado esas intenciones de mejorar algunos aspectos de nuestra existencia,  y de nuevo retomamos el derrotero, a veces equívoco, de nuestras vidas y tiramos en el canasto del olvido las promesas que nos hicimos.

En esta ocasión deseo que reflexionemos de manera seria sobre la necesidad que tenemos de formular un proyecto de felicidad para este nuevo año. Estamos sometidos a múltiples situaciones que nos desequilibran, que nos producen infelicidad; hay demasiados ruidos a nuestro alrededor; hay demasiadas presiones en nuestros entornos; de ahí la urgencia en elaborar una agenda para ser feliz.

En primer lugar, tengo la certeza de que nadie es completamente infeliz; todos aquellos que han tenido esa creencia han terminado muy mal. Aun en medio de las tragedias la gente siempre tiene esperanza, se deja guiar por esa poderosa luz que hace que los seres humanos sigamos hacia delante a pesar de la adversidad. Este preámbulo no busca más que dejar claro que un proyecto de felicidad no amerita una revolución ni grandes hazañas; no requiere de recursos económicos ni de espectaculares cambios en nuestras vidas. Solo necesitamos asumir un fuerte compromiso con ese proyecto y no desmayar cuando empiecen las dificultades, que siempre estarán ahí, todos los días de nuestras vidas. Pero la diferencia estriba en que quien ha asumido el reto de llevar hacia delante un proyecto de felicidad o una agenda para ser feliz asume los retos cotidianos, las dificultades, como algo común, trivial, y no los convierte en una gran tragedia.

El primer paso para llevar hacia adelante el proyecto de felicidad en el año nuevo debe empezar por prohibirnos ser infelices; para eso sugiero colocar un cartel, en un lugar bien visible, que diga: en el 2008 está  prohibido ser infeliz.

 Como segundo paso, una minuciosa revisión de nuestras actitudes; debemos asumir el compromiso de convertirnos en mejores humanos; revisar y dejar atrás las actitudes egoístas, la intolerancia, la volatilidad espiritual que nos hace estallar ante cualquier circunstancia que nos disguste.

El proyecto de felicidad obligatoriamente debe incluir el mejoramiento de nuestras relaciones con los demás; los demás son los esposos o esposas, los hijos, los compañeros de trabajo, los vecinos, los amigos. Para que esto sea una realidad estaremos en la obligación de asumir el reto del cambio desde nuestro propio ámbito y no exigir a los demás que cambien. Soy yo o usted quien está  obligado a cambiar. Y cuando uno cambia empieza a mirar a los otros con nuevos ojos; aprende a ser más tolerante, más compasivo; entiende mejor las razones ajenas. Para que esto sea más sencillo siempre debemos tener presente que los demás o los otros son seres humanos con las mismas aspiraciones nuestras, con los mismos defectos, con las mismas virtudes.

Perdonarnos y perdonar a todos aquellos que nos han herido; re-encontrarnos con nuestros semejantes tampoco debe olvidarse.

El proyecto también incluye armarse de sabiduría, de serenidad para manejar la soledad que a muchos afecta. Y para recordar que una buena soledad es mejor que cualquier mala relación, y que estando solos podemos ser tan felices como los que tienen una buena pareja.

El proyecto de felicidad obligatoriamente deberá incluir una reducción de la  ansiedad por las cosas materiales. No es que está prohibido aspirar a mejorar nuestros ingresos o nuestro nivel de vida; no. De lo que se trata es de entender que podemos vivir igual de felices con un carro nuevo que con el viejo que aún no nos deja todos los días en la calle. De lo que se trata es de entender que la vida tiene objetivos más nobles que deshuesarse detrás de producir para gastar.

En el proyecto de felicidad consignaremos algunas acciones que siempre hemos querido hacer, pero que siempre estamos postergando por una u otra razón. Aquí podríamos incluir ese viaje añorado; esa semana en la montaña alejado de la peste del bullicio, viajando a uno de los mejores paraísos, hacia nuestro mundo interior. O empezar a escribir ese libro de poemas o de relatos que tenemos por ahí en el baúl de nuestras cabezas.

La agenda para ser feliz incluye el aprender a estar alegre, a disfrutar de la belleza que nos rodea, a recordar que la adversidad es algo común en nuestras vidas. A no ser indiferentes ante el dolor ajeno; a ejercitarnos en el bien, a desterrar el mal de nuestro entorno.

Para llevar a feliz término este proyecto, como hemos visto, no necesitamos ni un solo peso. Solo un compromiso ineludible. Y vale la pena; porque ser feliz es la única razón que usted tiene para estar vivo. Y para que todo sea más simple, debemos recordar que hoy es el mejor día de nuestras vidas.

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