Un pueblo a la defensiva embestido por los no vacunados

Un pueblo a la defensiva embestido por los no vacunados

Es a un albur al que pasa este país con la sustitución del estado de emergencia de estrictas restricciones para a partir de hoy aplicar medidas de contención al virus SARS-CoV-2 de una eficacia que va a depender demasiado del sentido de colaboración y de responsabilidad social de quienes deberán impedir, desde simples estatus privados, que gente sin vacunar ni certificación de buena de salud proliferen en sitios concurridos.

Se ha delegado en numerosos nuevos «guardianes» anti-virus dispersos en una miríada de establecimientos de diversos fines que pueblan el territorio nacional la tarea inconmensurable de excluir de presencia a portadores del germen maldito.

Habrá individuos de toda laya a las puertas, incluyendo a ocultos adversarios de la inoculación.

De cuánto personal competente se dispone para supervisar a nivel nacional el acatamiento de directrices sabiéndose que la indisciplina predomina, y que con todo y la prohibición de agruparse excesivamente que procuraba la ley que expira, en muchos suburbios incontrolables tumultuosas fiestas callejeras atravesaban las madrugadas.

Multitudes insurrectas que desafiaban, contradecían y vencían a los ordinarios agentes de la paz pública y de las normativas de distanciamiento, no consumo de alcohol y uso de mascarillas. Las personas inoculadas podrían seguir estando a merced de las ovejas negras que ejercen dos horribles «derechos»: a no vacunarse por libre albedrío y a propiciar contagios.

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