Un pueblo bullanguero pero trabajador

Un pueblo bullanguero pero trabajador

FABIO R. HERRERA-MINIÑO
Los dominicanos estamos dando muestras de nuevo al mundo, que pese a ser tildados de irresponsables y haraganes y hasta disolutos, somos un pueblo trabajador que sabe apretarse el cinturón a la hora que se necesita bajar el lomo o gastarse la vista frente a la pantalla de un computador para trabajar arduamente y elevar al país en sus niveles de desarrollo.

En los pasados 117 días, de una nueva administración política al frente del Estado, hemos visto de como un grupo de hombres y mujeres se han empeñado, con grandes sacrificios de su salud y descanso, a trabajar al frente de sus dependencias públicas. Y eso con el fin de rescatarla y hacerlas resurgir de sus cenizas, en particular al mismo gobierno, que para estos días navideños da la imagen de que al fin se vuelve de nuevo al progreso.

Realmente hay indicaciones de que si bien el PLD no llegó con planes definidos de atacar a la pobreza o el subdesarrollo de varias regiones, pese a su bien elaborado programa de gobierno, al menos se comienzan a perfilar acciones específicas que determinarán el rumbo del país en los próximos años, y ahora, con un abultado presupuesto, que es todo un poema y un desafío para la capacidad de quienes tendrán la responsabilidad de administrar los recursos, pero primeramente tendrán que recaudarlos y hacerlos llegar a sus destinos, aun fuera en base a empréstitos externos.

Los dominicanos, en los pasados cuatro años, vimos disminuir nuestras calidad de vida, así como las fuentes de trabajo. Una gran mayoría se inclinó por una vida disipada, estimulada por un mayor consumo de bebidas alcohólicas, como lo demuestran las estadísticas de venta y de las recaudaciones impositivas, para alegría y beneplácito de los fabricantes, que así vieron engrosar sus fortunas, abrirse sus corazones y dedicarse con mayor devoción a fines altruistas, retornando a su feligresía consumidora parte de lo que ellos pagaron y libaron para olvidarse de sus pesares.

A los dominicanos, nos atacan, debido a que dejamos a que los haitianos nos desplacen de miles de puestos de trabajo o nos arriesguemos a tomar una yola para dar el viaje de los sueños a Puerto Rico, para cambiar de situación; en realidad eso demuestra no solo una gran movilidad social, sino que es por el estímulo que nos incita las cercanías de la sociedad más desarrollada del planeta, de donde copiamos todos sus vicios y virtudes, en particular los primeros, por la forma de como la violencia y las drogas arropan a sectores cada vez más amplios, causando preocupación a todo el mando, en especial a las autoridades, que se ven desbordadas por actos cada vez más frecuentes y horrorosos, dejándonos con el sabor de que estamos caminando por un sendero del no retorno hacia la extinción de la Patria dominicana.

Sin embargo, pese a lo mencionado en el párrafo anterior, lo que el país demostró en la década del 90, fue un dinamismo que causó la admiración del mundo, superior al que exhiben los países asiáticos en sus sociedades desarrolladas, que en la década del 60, estaban más atrasadas materialmente que nosotros, pero tenían niveles culturales y disciplina que superaban a los dominicanos, como lo demuestran las estadísticas de ellos en el siglo XXI. Ya la China Continental se perfila como la gran potencia mundial en el siglo presente, y Estados Unidos, ya le otorga las preferencias más increíbles, que les niegan a países como el nuestro, junto a las presiones como aquella de irradiarnos del TLC por el famoso impuesto al sirop de maíz, que no provoca ningún daño a la balanza comercial por lo exiguo de dichas importaciones.

Tenemos muchos defectos, pero también muchas virtudes. Es ahora cuando una mística nueva de trabajo ayuda a que otros aires soplen en el país; parece que otro ambiente se disfruta, hasta ahora, en donde la tarea es sacar de abajo para colocarnos en el sendero que ya habíamos definido en l década del 90; desafortunadamente una administración y gestión presidencial del PPH y del PRD nos hundió a niveles de miseria, casi por debajo de Bolivia y de Haití, los países más pobres de América.

AL APRECIADO LECTOR: Este artículo representa el número 5000, desde que en 1969 me inicié como colaborador de importantes diarios nacionales, incluyendo, por varios meses una labor como editorialista del Listín Diario y de Ultima Hora, hasta que en 1994, inicié mis colaboraciones en HOY. Contando con el respaldo de ustedes, los lectores, les he ofrecido con sinceridad mis criterios para armonizar y mejorar la sociedad, para la convivencia en paz de todos los dominicanos, en una sociedad, ya de por si afectada de muchas deficiencias y carencias, pero creo que tarde o temprano las superaremos. ¡Gracias!

Publicaciones Relacionadas

Más leídas