Un pueblo insurrecto

Un pueblo insurrecto

Muchos estamos conscientes de que la nación dominicana se ha levantado venciendo escollos que parecían insalvables, y se ha sobrepuesto ante poderosos intentos por vulnerar su soberanía e independencia plena.

Una gran parte de la población conoce que las limitaciones económicas han constituido contrapeso a las denodadas luchas ciudadanas por una mejor existencia.

Innegable es, sin embargo, que la falta de institucionalidad y de voluntad, de los principales actores de la política tradicional, ha malogrado todo esfuerzo por conseguir un pueblo ordenado, respetuoso de las leyes, cumplidor de sus obligaciones con el Estado y que viva en armonía con el medioambiente.

El clientelismo y la politiquería han sepultado la cara aspiración de gran parte de la población por vivir en paz, sin sobresaltos o conmociones.

Esos mismos lastres, que venimos arrastrando durante décadas, han empujado a una gran masa de compatriotas – muchos valiosos profesionales, técnicos y artistas – a abandonar el terruño y probar suerte en tierras extrañas.

La irresponsabilidad ha dado lugar a que internamente crezca una población insurrecta, anárquica y levantisca, que exhibe una increíble falta de respeto e incurre en reprochables actos de violencia.

No nos llamemos a engaños, la educación pública y privada carece de la fuerza necesaria para contrarrestar las deficiencias que se anidan en la sociedad. Hay excepciones, no hay dudas, pero es menester trabajar mancomunadamente para revertir el actual derrotero social.

En otras columnas, podría ampliar el tema. 

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