Un reconocimiento a mi trayectoria

Un reconocimiento a mi trayectoria

“El agradecimiento es la memoria del corazón”, dijo Lao Tse. La noche del pasado jueves fue una noche de agradecimientos para mí, pues recibí de parte del proyecto de salud “Vive Sano”, que produce la talentosa periodista especializada en salud Elizabeth Gutiérrez, un reconocimiento por mi “trayectoria como médico”. En una hermosa y solemne noche en el Hotel Crowne Plaza, un grupo de médicos e instituciones fuimos reconocidos por los méritos y aportes hechos al país en distintos campos de la salud. En verdad, cuando uno recibe un reconocimiento de esta magnitud, uno reflexiona sobre las cosas hechas en la vida, en la profesión y frente a la sociedad. Se pregunta uno si en verdad es realmente merecedor de homenajes de esta dimensión, e inmediatamente, empezamos a evocar los elementos que nos dieron la fortaleza y que ha sido el norte para uno ejercer una vida profesional y personal basada en la probidad y la entereza. Pienso de inmediato en mi hogar temprano, donde los afectos florecían como los agapantos en las florestas vírgenes, centrado por doña Vaganiona y Don José Silié Gatón, como arrancados de los austeros clanes bíblicos, para darnos con el ejemplo la fortaleza de la personalidad, aunado a un proceder moral.
Ya al avanzar los años y hacer familia independiente, he tenido la gran dicha de por igual lograr un hogar estable, todo un granel de afectos, de doña Ingrid y mis tres bondades, con la máxima comprensión y tolerancia, que cual fuente cristalina le consiente al hombre abrevar la paz y la armonía, elementos que le permiten al ser humano la fortaleza para poder luchar y llevar cual experimentado jinete, las riendas para dominar el impetuoso y brioso corcel de la trascendencia. Debo agradecer de corazón a los Silié-Ruiz, por todo ese amor que he recibido, pero por encima de todo a mi progenie, mis herederos (Carolina, Omar y Melisa), quienes también han demostrado, que las aceradas fibras de la vida ética y responsable están en todos ellos llenándome del mayor orgullo.
El paso de los años en esta profesión de Hipócrates nos ponen a elegir de si ser “sabio” o “maestro”, sabio es ese poseedor de una sabiduría casi sacerdotal. El maestro es la encarnación de un “modelo de vida”, es esa personalidad estable y bien estructurada, la que nos enseña en tono superior, que ni uno ni otro tendrían validez, si no somos esencialmente humanos. En otra ocasión, en la que recibí la más alta distinción que otorga el Colegio Médico Dominicano, la de “Maestro de la Medicina Dominicana”, dije algo que quiero transferir a esta hermosa solemnidad: “El maestro, categoría que adquiero esta noche, la agradezco, me enorgullece y me compromete aún más a seguir la prestigiosa labor de educador, heredada en doble vía genética, máxime de mi padre, intensa fuerza que por ser genética escapa a las circunstancias y que es como el espíritu que no infiere, no entra en cavilaciones filosóficas, sino que es un irrefrenable ímpetu interior al que usted no se puede negar”. Hoy se me reconoce “mi trayectoria de vida”, y por ello, deseo agradecer desde el hondón de mi corazón al proyecto educativo de salud “Vive Sano”, en la persona de la señora Elizabeth Gutiérrez y a todo su equipo. Sabido es que la salud es el más preciado de los bienes, por tanto el ejercicio médico deber seguir siendo un apostolado. Debemos dar las gracias a esos que nos ayudan en la educación en procura por igual de ese honrador anhelo humano, casi divino, de redimir al hombre de las esclavitudes morbosas de las enfermedades y las epidemias. Si bien el médico tiene ganado un amplio y digno espacio en esa ingente labor, por igual todos aquellos que nos ayudan en esa compleja tarea educativa en procura de preservar la salud, los cuales merecen por igual una página justa y honradora. Recibo este reconocimiento con la máxima humildad. ¡Gracias del alma a todos!

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