Un récord

Un récord

Con tres apagones generales en tres días, en pleno agosto caluroso, las autoridades, las empresas eléctricas “capitalizadas”, se anotan un récord difícil de superar en un país tan pretendido de la modernidad, que es capaz de funcionar sin energía eléctrica. Eso se llama un ejemplo de ineficiencia y una sobredosis de paciencia de los ciudadanos que viven en este país, pagan su factura de “electricidad” y soportan apagones continuos sin que las empresas que pasan los avisos de pago se equivoquen una sola vez en bajar los montos cada mes.

El apagón general de ayer fue tan certero que ocurrió en momentos en que todo el gobierno estaba en el sector Capotillo de la capital en el inicio de un programa de lucha contra la criminalidad encabezado por el presidente Leonel Fernández. El acto continuó porque los organizadores tuvieron la previsión de dotarse de generadores de “emergencia” que evitaran un deslucimiento de la ceremonia que con tanto empeño había anunciado el gobierno en la última semana. El país entero sigue cosechando apagones, pero las empresas generadoras –a las que se atribuye las deficiencias en esta ocasión- no han dicho nada al país acerca de qué pasa con el servicio.

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Los espacios públicos

pEs penoso ver a personas de avanzada edad tratando de caminar por algunas calles y avenidas de la ciudad. Es casi imposible para ellos hacerlo con un mínimo de seguridad porque durante el día, gran parte de las aceras y la calzada está ocupada por negocios improvisados, talleres y hasta cocinas para la venta de alimentos al público.  De noche no pueden desplazarse a pie porque la mayoría están a oscuras y los delincuentes no respetan las canas para atacar y robar a quienes consideran más vulnerables. Las autoridades debían asumir su responsabilidad y limpiar completamente la vía pública para que todos los ciudadanos puedan visitar sus vecinos, ir a las plazas públicas a conversar con sus amigos o simplemente ejercitarse como lo desean muchos y no pueden hacerlo por temor a sufrir una agresión. Cualquier avenida se puede tomar de ejemplo para ver cómo se han ido perdiendo los espacios públicos para pasar a ser dominio de negociantes y malandrines.

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Discusión de reforma

La discusión de la reforma fiscal ha puesto de manifiesto dos visiones sobre cómo afrontar el futuro inmediato del país de cara al Tratado de Libre Comercio de Estados Unidos con Centroamérica y República Dominicana (CAFTA-RD).  Por un lado están quienes consideran que la salida correcta es aumentar los impuestos directos e indirectos como clave para la reforma, mientras que por el otro se escuchan las voces los que creen que lo correcto es reducir los impuestos y asumir una reducción drástica del gasto público. Frederick Emam Zadé ha sido uno de los economistas que con mayor claridad ha expuesto el criterio de menos impuestos y más austeridad gubernamental.  La opinión de Emam Zadé no es nueva, tiene más de un año expresándola desde la orilla misma del poder.  En julio de 2004 este economista dijo que acudir a los paquetes impositivos para mantener altos niveles de gastos gubernamentales y endeudamientos insostenibles, eran políticas erradas factibles de provocar el colapso de la economía.  Recomendó en esa ocasión romper las “botellas” gubernamentales y puso en duda que “los mercados y los organismos financieros internacionales”, estén “dispuestos a seguir financiando los déficit del gobierno dominicano”.

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