Un reto a nuestra capacidad

Un reto a nuestra capacidad

La carestía y escasez de alimentos, agravada por  los altos costos de producción que se derivan de las alzas continuas de los precios del petróleo, representa un gran reto para nuestra capacidad como país. El escenario actual demanda que la producción esté sustentada en un esquema de alta productividad a costos manejables para la economía.

En el caso de la agricultura, insumos como fertilizantes, fungicidas y plaguicidas están en constante alza, así como las tarifas por servicios de roturación y preparación de tierras. Ha habido alzas en todos los renglones de este sector, precisamente en momentos en que se requieren costos más amigables.

A los parámetros adversos asociados con el nerviosismo del mercado petrolero hay que sumar las consecuencias derivadas del cambio climático y el calentamiento global, que han modificado dramáticamente los regímenes pluviométricos. El país tiene que mejorar su capacidad para convivir con estos nuevos parámetros influyentes y decisivos en materia de producción agrícola.

Tiene que mejorar su capacidad de planificación de cultivos de modo que se mantengan niveles de rentabilidad adecuados, pero a la vez precios asequibles para la población, pero al mismo tiempo colocar excedentes en los mercados internacionales. Hay retos definidos y claros a nuestra capacidad y no tenemos más alternativa que salir exitosos.

Espacio para el diálogo
La necesidad de sentarse a dialogar acerca de los problemas que enfrenta el país y la manera de resolverlos ha sido puesta de relieve por representantes de diferentes sectores. Organizaciones empresariales, comerciales, dirigentes políticos e influyentes personalidades han planteado públicamente la necesidad de un esfuerzo común y una agenda de trabajo que comprometa a todos.

Esta tendencia, esta vocación, puede ser el mejor estímulo para que nos involucremos, todos, en conversaciones sinceras, intercambio de pareceres, propuesta de soluciones y compromiso de hacer la parte que corresponda a cada uno.

El entorno internacional se nos presenta hostil a todos, no solo al Gobierno, o los partidos o los empresarios o los industriales. Las consecuencias las estamos pagando todos sin excepción, pero con mayor rigor los más débiles. Sin duda que es propicio abrir espacio para un diálogo amplio.

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