Un reto

Un reto

República Dominicana, que acaba de vivir un año preñado de dificultades con una dramática devaluación monetaria y bajo un preocupante clima político, mucho necesita en estos momentos de la buena voluntad de algunos de sus dirigentes políticos importantes.

De ellos podría depender que a los factores específicos que gravitan negativamente sobre la realidad nacional, como son el endeudamiento externo excesivo, los déficits fiscales y las medidas que propiciaron altas cotizaciones de las divisas, no sigan sumándose los traumas de un proceso electoral que se presagia enturbiado por las convulsiones que afectan internamente a organizaciones que están en la base del sistema partidista.

Persiste como causa de desasosiego nacional el hecho de que el partido en el poder, con dominio del Ejecutivo y predominio en el Legislativo, no para de combatirse a sí mismo, con episodios de destructivas contradicciones, mostrándose sordos –sus protagonistas- a los reclamos de una ciudadanía que exige un cambio de comportamiento y que ve en canibalismo político una de las causas del agravamiento de sus pesares.

[b]Atención en RD[/b]

Por razones obvias, como son haber incursionado en el mercado de bonos y recurrido inusitadamente al Fondo Monetario Internacional, la República Dominicana se ha colocado bajo el permanente escrutinio de entidades financieras que evalúan políticas domésticas; que hacen mediciones de riesgos y solvencia; que se alarman fácilmente si perciben la agudización de déficits y la incapacidad de autoridades en aplicar correctivos.

El escepticismo y la preocupación del mundo exterior se acrecentaron con el descalabro rápido del primer compromiso de disciplina con el FMI. Y no puede haber dudas de que para disipar recelos el país tendrá que dar señales claras de que todas sus reglas del juego: las que tienen que ver con el canje de monedas, con las garantías a inversiones, con el manejo fiscal y presupuestal y con la vigencia de normas democráticas, serán eficientes y estables.

El año 2004 tendrá que ser de ajustes pero también de cruciales incidencias políticas, y la atención de sectores importantes –propios y extraños- estará concentrada en el acontecer nacional.

[b]A los caballeros[/b]

Desconcierta que una comunidad como la de Santiago, de blasones e hidalguía, de triunfales expresiones de la iniciativa privada, de héroes y presidentes, tenga que aspirar tan frecuentemente los inmundos vapores de la incineración de desperdicios en un insólito vertedero a cielo abierto.

Y que la disposición final ordenada y científica de la basura sea una materia pendiente, cuando verdaderos hitos para esa sociedad han sido alcanzados antes.

Santiago se dotó de un moderno aeropuerto en función mayormente de su esfuerzo; creó una zona franca que es modelo; es pionero en originar grandezas en lo industrial, lo financiero y lo agrícola y en prohijar la enseñanza superior. ¿Todo para que después de las hazañas los santiagueros tengan que respirar la gasificación de los desechos que genera su ciudad?

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