Un salto: del Vinazo al Cognac

Un salto: del Vinazo al Cognac

Cuentan que un licorista petromacorisano o establecido en San Pedro ha vivido creando bebidas alcohólicas para el mercado nacional, especialmente para le venta durante el período de Navidad.

Tenía en circulación diferentes marcas y/o variedades de bebidas de baja graduación de alcohol que atraían a los consumidores, quizás durante dichas festividades. Era él una persona bien establecida y con amplias relaciones comerciales y políticas, se dice que era muy amigo del presidente del Poder Ejecutivo.

Entre marcas y especies de bebidas el amigo tenía (o tiene) inclinaciones para ampliar sus ofertas.

Personas que, en momentos especiales, tenían interés por la degustación de una bebida suave, acudían a procurar su preferida, generalmente de bajo costo.

El promotor y emprendedor tenía muchos amigos asentados en el poder; sabía que esos enlaces eran muy buenos para el negocio. Se relacionaba bien con sus “enllaves” y se juntaba frecuentemente con unos y con otros. Ora con representantes del orden civil, ora con uniformados de alto rango. Decía que un buen amigo nunca se debe perder; si hubiere algún disgusto, uno se aleja por un término y deja la bola rodar. El tiempo pasa y se aclaran o se olvidan las contrariedades.

Un buen amigo siempre es apreciable y no se puede dejar en el olvido, repetía.

En algún momento puede ser éste quien te haga contacto con el funcionario que tú necesitas ver. Y ahí concluye el mal entendido.

El licorista tuvo un día la necesidad de ver a su amigo, el presidente de la República. Al poco tiempo recibió la información de que el mandatario lo recibiría tal día, a tal hora.

El emprendedor estuvo muy contento y daba por seguro que su nuevo plan sería un éxito. Con entusiasmo –aunque con un punto de inquietud– aguardó la fecha.

Al llegar el momento, se puso a tiempo en el Palacio Nacional, donde fue recibido con grande atención, y lo llevaron al antedespacho del presidente de la República.

Aguardó su turno y pronto estuvieron de abrazos y de frases cariñosas. Hablaron varios minutos acerca de la marcha del gobierno, el estado de los negocios, la salud de ambos y también de la familia.

El mandatario abordó:

– Bien, bien. Vamos a ver ¿qué te trae por aquí?

– Jefe, estoy en plan de introducir una nueva bebida.

– ¿Sí?

– Sí, jefe: ¿Usted recuerda cuando introduje hace unos años: “Vinazo El Pirata”? Fue todo un éxito. Y le suplico apoyo para esta nueva introducción en el mercado de los licores.

– ¿Y dices que aquella gustó mucho al consumidor? ¿Entiendes que fue un éxito rotundo?

– Sí, señor, como no… Necesitamos su bendición.

– ¿El anterior proviene de vino?

– Exacto.

– ¿Y éste?

– Es un derivado del cognac.

– ¿Y cómo se denomina aquel otro, me dijiste?

– Su Ilustrísima Señoría, su nombre es VINAZO, que es un vino ligeramente fuerte y espeso.

– Mira, fulano, mejor dejamos ese producto para otra oportunidad, porque el aumentativo no sonaría muy bien en este caso.

Bueno. Así me lo contaron… Yo no me encontraba allí.

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