Un semestre pasa rápido

Un semestre pasa rápido

JOSUÉ CEBALLOS
Hay una gran cantidad de factores que influyen en la ola de delincuencia que afecta a Quisqueya. Es, por lo tanto, razonable establecer que cada sector de la sociedad debe identificar la manera como puede poner en movimiento la esfera que junto a otras formará una avalancha de paz que detenga la escalada de violencia que sufrimos todos. Por consiguiente quisiera dirigir la atención hacia el papel que desempeñan los medios de comunicación y su responsabilidad en el reforzamiento o debilitamiento de valores y paradigmas sociales.

Asumiendo que quienes tenemos la gran oportunidad de difundir nuestros pensamientos por medios masivos forjamos conductas, inducimos comportamientos y tallamos los contornos de una sociedad, es inevitable pensar que junto a ese privilegio va incorporada algún tipo de responsabilidad en la configuración del producto social que estamos obteniendo hoy y que tendremos mañana.

Muchos ancianos frecuentemente expresan que ya la cosa no es como antes, que los niños de ahora son mucho más tremendos que los de antaño, que la descomposición social que vemos era inimaginable décadas atrás. Cabe entonces preguntar ¿cómo ha sido la evolución de los medios de comunicación? ¿Estaban expuestos nuestros abuelos a la misma calidad y tipo de influencia a la que estamos sometidos hoy? Por supuesto que no. Por esa razón me surge la inquietud de proponer a la clase empresarial, que establece sus objetivos y estrategias para llegar al consumidor, a las agencias publicitarias, que generan brillantes ideas para inducirnos a nivel de la conciencia y hasta de la subconsciencia hacia cierto propósito, a los artistas y generadores de modas, ya que poco a poco moldean comportamientos, en fin, a todo aquel que trilla camino que es seguido por otros a realizar una profilaxis, aunque sea por un corto período de tiempo, de los medios de comunicación.

Si bien es cierto que muchas voces podrían levantarse diciendo que no hay evidencia de que haya una relación directa entre violencia y lo que se transmite en los medios de comunicación, no es menos cierto, no hay evidencia de que reformulando lo que se proyecta ayude a la sociedad a recomponerse.

¿Sería posible lograr anular por un semestre la promoción de retrovalores que corrompen nuestros sistemas? ¿Podríamos cambiar durante seis meses la semilla que estamos plantando en la conciencia de nuestros niños y adolescentes?

Abstengámonos de presentar los videos musicales que inciten a la violencia o que induzcan a nuestros jóvenes a que la meta debe ser manejar un Bentley, rodeado de mujeres, mientras la champaña destila libremente por doquier y el dinero es arrojado en el aire.

Detengamos por seis meses la proliferación de anuncios donde se exalta el lujo. Mermemos la promoción de mensajes de que si no estás en un bonche consumiendo bebidas de alto costo con ropa recién salida de la pasarela parisina, no estás en nada.

En contra del sentido común que traza las tácticas de ventas masivas, tratemos de no publicar en primera plana los hechos violentos y difundamos con más tesón novedades informativas que instruyan, edifiquen y expliquen cómo fortalecer los patrones de conducta que queremos ver en nuestra sociedad.

Por seis meses borremos de los programas televisivos esos segmentos y comedias que hagan alusión, por más risa que pueda causar, a un comportamiento inadecuado que viole las normas elementales de moral y cívica. El lema debe ser transmitir siempre lo positivo por encima de la obtención de una mayor audiencia. Recordemos que el dramatismo de una situación demanda implementar decisiones audaces y muchas veces drásticas.

Por lo tanto, erradicar el lenguaje violento de los espacios radiales y revisar el material musical que colocamos no puede ser considerada como una idea descabellada.

Proclamemos una abstinencia colectiva a la difusión de cualquier elemento que potencie el germen de la violencia.

Esto bien pudiera ser una magnífica oportunidad de contribuir con el rescate del clima de paz que todos anhelamos. Es una manera de actuar desde cada ángulo posible para derribar a ese enemigo implacable que nos amenaza a todos.

¿Es mucho pedir o soñar? Vamos, hagamos la prueba. Un semestre pasa rápido.

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