Un siglo de pintura hondureña

Un siglo de pintura hondureña

EFE/Reportaje
La evolución de la pintura hondureña desde los comienzos del siglo XX hasta la década actual ha visto la luz en la primera obra antológica publicada por la pinacoteca estatal de Honduras.

“Generaciones que marcaron huellas” es una selección de la Pinacoteca “Arturo H. Medrano” del Banco Central de Honduras (BCH), que atesora más de medio millar de obras, la mayoría pinturas, aparte de esculturas, cerámicas y fotografías.

La publicación ofrece semblanzas y obras de pintores hondureños -académicos y autodidactas- influidos por maestros españoles, italianos y franceses o por muralistas mexicanos en la primera mitad del siglo XX, más los comprometidos con la denuncia social a partir de los años 60, hasta los nuevos talentos surgidos entre los 90 y 2000.

Aunque en las dos últimas décadas se han publicado en Honduras otras antologías de pintores, esta es la primera sobre la colección del BCH, creada en 1950, el mismo año de fundación del banco.

“Esta obra da una idea de lo que Honduras tiene como patrimonio artístico a cargo del Estado”, dice a Efe el  profesor y crítico de arte Rúdrico Argueta, encargado de la pinacoteca del BCH.

La publicación estuvo a cargo de Argueta y las periodistas Lauraluz Lardizábal e Isis Rossi, actual y anterior jefas de Comunicación del BCH, respectivamente.

Generaciones y pluralidad. El libro agrupa en generaciones a 78 artistas, casi todos pintores, más escultores y ceramistas, a partir de los años 20.

La clasificación no se  basa en criterios estilísticos o de corrientes, sino según las décadas en que los artistas iniciaron sus carreras o produjeron sus obras más relevantes, indica Rossi.

Argueta enfatiza que la obra “evidencia la pluralidad” de expresiones artísticas, “los distintos caminos que siguieron los artistas, que no copiaron a rajatabla una moda”, pues explica que “la pintura hondureña no se ha caracterizado por seguir la moda”.

Este fue, entre otros, el caso de José Antonio Velázquez, de la generación de los años 30, quien no pasó por las academias, menciona el crítico de arte.

Velázquez, uno de los mejores primitivistas del mundo, “era un barbero que quería pintar; no siguió una moda” para inmortalizar con el pincel el pueblecito de San Antonio de Oriente, en la zona central de Honduras. En 1986, la Enciclopedia Británica incluyó a José Antonio Velázquez (1906-1983) y a Carlos Garay, de la generación del 60 y aún activo, como los dos artistas hondureños más importantes del siglo XX.

La antología también rescata a pintores que murieron a temprana edad o emigraron por razones políticas, artísticas o personales e hicieron carrera en el extranjero, como Ricardo Aguilar, Horacio Reina, Jaime Nolla, Julio Amador o Arturo Guillén, entre otros.

Algunas obras de esos artistas “olvidados” también se encuentran en colecciones privadas de Honduras y otros países, comenta Rossi.

El legado.  La selección refleja, asimismo, el impacto de la Escuela Nacional de Bellas Artes (ENBA), fundada en 1940, pues en ella se formó la mayoría de artistas reseñados, según los coautores.

“El legado histórico de la ENBA ha sido fructífero a pesar de la desidia con que ha sido tratada por diferentes gobiernos, que no le han dado el verdadero valor”, dice el director de la escuela, Dino Fanconi, en el prólogo de la antología del BCH.

“En la ENBA -añade- actualmente se lucha con tenacidad y hasta estulticia por mantenerse fiel al ideal de Pablo Zelaya Sierra de llenar a la juventud del alma de Honduras”.

Y es que la idea de crear un centro de bellas artes fue traída por Pablo Zelaya Sierra, considerado el “padre de la pintura hondureña”, a su regreso de España, donde estudió en la Academia de San Fernando. Formado con muchas dificultades económicas en Costa Rica y España, donde conoció el éxito.

LAS CLAVES

 Las influencias

1.   La obra refleja las influencias de maestros españoles, italianos y franceses, y de los muralistas mexicanos, en las primeras generaciones de pintores hondureños.

2.   La generación de los 60, que consolidó la denuncia social en medio de la pluralidad de expresiones artísticas, ocupa un lugar importante en la antología.

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