Un siglo de poesía en la región Este

Un siglo de poesía en la región Este

El panorama poético fundacional y actual de La Romana ofrece un lenguaje de escasas manifestaciones de novedad, donde el mundo que generan las imágenes, los sueños y las esperanzas gira alrededor del amor, la muerte, la tierra natal y la religiosidad.

Desde su fundación en 1878, “aquí —decía el poeta y narrador Miguel Ángel Gómez— se vivió prácticamente de la nada, lo que imposibilitaba un desarrollo económico, social y cultural”.

Gómez asegura que es con la llegada de Puerto Rico Sugar Company, en 1911, cuando la economía y cultura romanenses inician los primeros pasos y el proceso de despegue, en sentido general.

 Francisco Richiez Noble (1898-1969) y Virgilio Ciprián Beras (1902-1983) inauguran la poética de La Romana, con estos poetas se arraigan las primeras palabras, la corriente romántica y más tarde criollita  de una poesía que sigue anclada en los estrechos límites de un lenguaje; no se rebela ni explora lingüísticamente. Richiez Noble, quien estudió en Francia, a finales de la década de los 20, época de iniciación de los grandes movimientos culturales, y fundamentalmente poéticos,  no se dejaron sentir en su poética,  en el “Beso furtivo” suspira: “Se grabó en tu boca de fresa madura /el mohín travieso de un beso furtivo, /para hacer más negra mi negra locura, /porque entre tus labios se quedó cautivo”.

Hay voces que se distancian del discurso ingenuo, melodioso, bucólico, y religioso que marca a muchos recién iniciados con poca lectura de buena poesía. Justiniano Estévez Aristy, nacido en San Rafael del Yuma, Néstor Rodríguez, José López, Chelo Brito, Isael Pérez y Daniel Johnson Benoit, por solo citar seis, son un buen ejemplo de esa poesía que madura en propuesta y discurso.

Estévez Aristy, en el poemario “Memoria de la hiedra seca”, nos embarca en un viaje alucinante, donde las palabras son sencillamente un soliloquio, que derivan en el placer del texto. Ejemplo, versos del “Pentagrama sombrío”: “Compré la luna en el mercado de rebajas de la noche. /Sus fugaces esplendores fueron mi breve eternidad”.

Miguel Ángel Fornerín, importante poeta y crítico higüeyano, dice que Estévez Aristy es una figura, que a pesar de sus méritos, premios y constancia no se le ha permitido salir del entorno regional.

 En el poema “Jano”, Néstor Rodríguez, formado en universidades norteamericanas, revela oficio y dominio del discurso poético, donde la oblicuidad del lenguaje lleva los sujetos por zonas oscuras que «narran» un viaje circular en el imaginario del poeta: “Sobre la sombra única /el debate de dos rostros: /el uno agota los ardides del conocimiento puro, /la precaria soledad, la vela y los pulidos anaqueles”.

Junto a estos poetas encontramos a medio centenar de nombres que han hecho o están haciendo poesía en La Romana o donde se encuentren, siempre en La Romana emocional, que llevan dentro, Frank Luna, José Antonio Rodríguez, Crisanta Moreta, Teófilo Ramón Pumarol, Rafael González, Jorge Jiménez, Sarah Amorós, Luisa Isaura Vicioso, Oscar Mendoza, Miguel Ángel Gómez, poeta ido a destiempo y contra el tiempo, Gavino Severino, Francisco Richiez Noble, Norberto Vergez, Franklin Figueroa (poeta extrañamente desaparecido en Venezuela), Dávila Rodríguez, Luis Emilio Cueto, Jacobo Zorrilla, José Joaquín Moreno, Carmen Delia Gautreaux, Fernando Ureña Rib, Virginia Pepén Vicioso, Frank Núñez Guerrero y Avelino Stanley.

Además, July Monte, Cristina Herrera, Josefina Marín, Isael Pérez, Tony Morales, Nuris Puello, Moisés Quezada, Rafael Castillo Juan, Leonardo Elowesky, Sebastián Cavalotto, Mario Julio Cedeño, Higinio Guerrero Sterling, Luisa María Ortiz, Sagrario Román, María Adela Germán, July Vizcaíno, Miguel Felipe Jiménez, Nelsy Aldebot Reyes, Bienvenido Martínez, Carlos Manuel Tejada Amador, Ernesto Villanueva, Manuel Santana, Ciprián Beras y otros escapados.

Para finalizar este breve comentario —al margen de talleres, círculos literarios, lista de poetas y el número de publicaciones—, se hace evidente en quienes escriben poesía la necesidad de lecturas más universales y profundas, para el advenimiento de poetas que inserten en el panorama de la poesía dominicana la lírica romanense.

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