Hace cien años, el mundo se despedía de uno de los líderes más influyentes de la historia: Vladímir Ilich Uliánov, más conocido como Lenin. El fundador de la Unión Soviética y de la primera revolución socialista del mundo, murió el 21 de enero de 1924, en Moscú, a los 53 años. Su funeral fue un acontecimiento multitudinario, que reunió a millones de personas en las calles de la capital rusa. Su cadáver fue preservado mediante un proceso de embalsamamiento, y expuesto en un mausoleo en la plaza Roja.
Pero un siglo después, el pasado 21 de enero, el mausoleo de Lenin recibió solo unas quinientas visitas de viejos comunistas que quisieron rendirle homenaje al hombre que cambió el curso de la historia. Según las crónicas del día, el único personaje relevante que se presentó fue el líder del Partido Comunista de la Federación de Rusia, Guennadi Ziugánov, quien colocó un ramo de flores en la tumba del ideólogo del marxismo-leninismo.
Su homónimo, Vladímir Putin, no tiene ningún interés en honrar la memoria del hombre que, tras décadas de lucha y sacrificio, encabezó la revolución bolchevique de Rusia en octubre de 1917, que marcó el inicio de la era del socialismo en el mundo, más allá de las diversas valoraciones ideológicas e históricas que se le puedan hacer, y que creó las condiciones para que Rusia se convirtiera en una superpotencia.
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Este 21 de enero ha dejado en evidencia que, cien años después de su muerte, el legado histórico y revolucionario de Lenin ha sido olvidado por la mayoría. La política de Putin, tanto dentro de Rusia como en relación con sus antiguos aliados de la Unión Soviética, está mucho más cerca de Stalin y a años luz del hombre que derrocó al viejo imperio zarista para construir, desde la revolución socialista, un nuevo orden político que dividió al mundo entre capitalistas y comunistas.
Otros grandes líderes que inspiraron el movimiento revolucionario internacionalista como, por ejemplo, Rosa Luxemburgo: mujer, marxista, pacifista, antimilitarista y defensora de la democracia en el seno de la revolución, está considerada como la dirigente marxista más importante de la historia. El 15 de enero, de 2019 se cumplió un siglo de su asesinato en Berlín, y solo unos miles de personas en esa ciudad le rindieron homenaje, pero para los demás socialistas y comunistas del mundo, tanto Rosa como Lenin, pasaron en sus aniversarios desapercibidos.
Mientras el régimen comunista chino, de economía capitalista, mantiene una relación contradictoria con su fundador, pues por una parte lo honra por haber encabezado la revolución que logró la fundación de la República Popular en 1949 pero, por otra, admite que el Gran Timonel Mao Tse -Tung «cometió un 70% de aciertos y un 30% de errores». Parecería que hoy los líderes comunistas apestan.