Un silencio que nos agota y que ya nos desespera

Un silencio que nos agota y que ya nos desespera

Como un amante furtivo, que se va sin decir adiós porque entiende que hay cosas que no necesitan explicación, él ha apostado por el silencio. Da igual lo que suceda: el país se puede estar quemando, literalmente, pero él no dice nada. Por eso, incluso, en las redes sociales representan al presidente Danilo Medina como si fuera Hello Kitty, un tierno personaje que no tiene boca.

Lo triste del mutismo presidencial es que se ha convertido en política oficial. A tal grado llega el asunto que, como si fuésemos papagayos que repetimos las palabrejas que nos enseñan, el Gobierno pretende que nos conformemos con reproducir las eficientes y prestas notas en las que nos vierten su propaganda.

Para el Gobierno este es un momento crucial. Como se discute la reelección, aspira a que todo lo que se ventile sea tan hermoso que enaltezca esa pluscuamperfecta gestión gubernamental que resplandece más allá de los medios. Por ello, vemos que la mayoría de los funcionarios calla y que el Gobierno casi nunca le da respuesta a las denuncias que hacemos: creen que, al guardar silencio, todo se va a diluir y se va a olvidar. ¿Saben qué? No es así. La gente, a golpe de tanto silencio, va acumulando decepciones que a la larga le pueden salir bastante caras al presidente Medina.

El Presidente y su Gobierno parecen olvidar que se deben a los electores, esos que siempre merecen explicaciones. Es inconcebible que pocas veces se puedan encontrar respuestas y que algunas ni siquiera puedan salir de unas cuantas paredes. No podemos seguir viviendo con una mordaza vestida de cheverismo; es tiempo de que veamos todas las caras de la realidad. Quitemos las vendas.

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