¿Un síndico publicista o buenos estrategas?

¿Un síndico publicista o buenos estrategas?

POR NELSON GÓMEZ
El Distrito Nacional de la República Dominicana tiene un gobierno municipal peledeísta desde agosto del año 2002 y su alcalde es un personaje de la televisión dominicana con una larga trayectoria como actor, libretista, productor y presentador de televisión consolidado como un exitoso empresario de este medio.

Se inicia como político a inicios de los años 90 introduciendo campañas de defensa de la ciudad capital sin presentar una cara partidista hasta que ingresa al Partido de la Liberación Dominicana (PLD) como un simple y obediente miembro de la base en el que meteóricamente asciende a su Comité Central en el VI Congreso de ese partido por elección.

Las encuestas lo colocan como una opción que le permitiría al PLD ganar la capital por primera vez en toda la historia de ese partido en el año 2002 y logra retirar a sus contendientes en una primarias que fácilmente los colocó como candidato oficial.

Su campaña publicitaria corrió fácil por los rieles de una historia de popularidad que tienen los personajes de la farándula en todo el mundo. Parecería como si hubiera copiado la estrategia de Corporán de los Santos con el Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) en 1986 o de Jhonny Ventura con el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) en 1998.

La gente corría a ver a Roberto Salcedo, no por ser el candidato a síndico de un partido sino porque le era familiar y atractivo a las masas.

A dos años de gestión los munícipes capitalinos reciben una campaña publicitaria del Ayuntamiento del Distrito Nacional digna de análisis desde el punto de vista de su estrategia: «Yo amo a Capotillo», «Yo amo a Cristo Rey».

Apela al amor a su barrio y los personajes que protagonizan los testimonios son gente de que apenas son conocidos en su entorno. No vemos personajes destacados ascendentes de esos sectores al estrellato nacional o internacional; tampoco políticos de renombre de esos lugares, religiosos ni deportistas como los hay. ¿Quién resulta ser la estrella de los comerciales de esta campaña? El mismo Roberto.

El cierre de estos spots es su rostro familiar con el nuevo logo de marca de ciudad que esta administración estrenó el año pasado, de modo que si analizamos en detalles la campaña podemos concluir que detrás de ella los estrategas dejan caer los matices reeleccionistas que identifican a todos los síndicos que logran controlar los municipios.

Y todo parece indicar que esa estrategia viene desde los inicios de su gestión si recordamos que, hasta para limpiar un contén, se empezó a colocar una valla 8 x 4 pies con la foto del alcalde.

Si echamos una ojeada a las demás piezas de la mezcla de mercado de este plan notamos que en los eventos más insignificantes y en los más relevantes de este ayuntamiento el protagonismo de la plataforma administrativa deja deslucido el papel de la Sala Capitular y de sus regidores. Puede ser una simple coincidencia pero desde el punto de vista de la imagen tiene mucho que ver para fines de proyección institucional y personal.

Y todo cae como anillo al dedo: la batería que está a cargo de las relaciones públicas, respaldada con el apoyo de los más importantes medios de comunicación, no desperdicia un segundo de noticia sobre los acontecimientos de esta administración. A esto se suma la edición de un periódico impreso a full color en papel bond calibre 20 que se distribuye en los actos y eventos más concurridos, como el Malecón Libre, Villa Libre y Cristo Libre.

Sin lugar a dudas que nuestra capital tiene un síndico muy bien parado en materia de imagen.

Todo parece indicar que tiene buenos asesores o que es más que un comunicador al mando del Palacio Municipal porque su campaña de amor a los barrios, los programas de diversión dominical al aire libre, el remozamiento de la Avenida Duarte a cargo de Obras Públicas, el Metro de Diandino Peña, Ciudamar (la isla artificial en el Malecón) y todos estos reconocimientos a personajes con una presencia social intensa, nos dan un alcalde listo para pelear por su reeleción en la capital de un país que sale de una elecciones presidenciales donde este apetito continuista le dejó serias heridas institucionales.

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