Un sistema de complicidades

Un sistema de complicidades

JUAN BOLIVAR DIAZ
Aunque algunos no lo quieran admitir, vivimos en un sistema político complejo en este país donde el día más claro llueve, el tigre es un león, estar apretado y estar flojo equivale a la misma prángana y la virgencita de La Altagracia puede resultar tan milagrosa que se convierta en el mismísimo diablo.

 Cuando el Partido de la Liberación Dominicana alcanzó por primera vez la mayoría legislativa en los comicios del 2006 se dio por un hecho que terminaría el picoteo de los congresistas a través de sus onegés financiadas del presupuesto nacional. Se había generalizado la crítica y aquello parecía insostenible.

Como aquel modelo estaba agotado, ha sido ahora sustituido por otro más en consonancia con la modernidad, parte de una política de transparencia encaminada por el nuevo presidente del Senado y secretario general peledeísta. Ahora ya no se patrocinan onegés a los senadores, se les otorga un fondo social, en proporción a la población que representan.

Ya en le jerga periodística se ha bautizado el nuevo patrocinio como el cofrecito. Los senadores reciben entre 400 y 900 mil pesos mensuales, que según nota de prensa del Senado, reproducida este viernes por HOY, están destinados a combatir la pobreza, en las áreas de salud, educación y bienestar social.

Desde luego, el estilo de los peledeístas, más ilustrado, ha sido aceptado sin ningún reparo por sus antecesores perredeístas y reformistas en el control del Senado. Al fin y al cabo todos los caminos conducen a Roma, aunque unos sean más escarpados que otros. Lo de antes era menos moderno, aunque lo disfrutaban casi todos. Ahora, se explica, están adscritos al principio de rendición de cuentas, por lo que ya hasta Francisco Domínguez Brito puede manejar su cofrecito sin remordimiento de conciencia.

Aunque hayamos perdido hace tiempo la capacidad de asombro, todavía quedan algunos impenitentes que no pueden entender cómo es que cada legislador requiere una cuota del presupuesto nacional para dar su guerrita a la pobreza, en vez relegislar para que los organismos encargados de combatirla con todos los cañones cumplan su misión sin distraer ni un peso.

Desde luego, ningún organismo del Estado, ni el presidente de la nación va a parar ese nuevo abuso del presupuesto, variación en mi menor del clientelismo político, expresión del desorden en el manejo de la cosa pública. Hay que acatar el principio de que hoy por ti y mañana por mi, porque si se aprieta mucho se puede correr la tuerca.

En realidad se trata de un sistema de complicidades. Los senadores justificaron la repartición, violatoria de la ley, que hicieron los de la Cámara de Cuentas en enero pasado. Para que nadie fuera a confundirse, Reinaldo Pared Pérez ni siquiera quiso recibir a los impertinentes de la sociedad civil que demandaban sanción.

Porque si establecían ese precedente, esos mismísimos señoras y señores serían capaces de volver después para reclamar también la destitución del presidente Leonel Fernández por haber violado la misma ley de austeridad promulgada el 28 de diciembre pasado en la celebración del Día de los Santos Inocentes, y según la cual el gobierno reduciría este año el gasto corriente, el que elevó 18 por ciento en los primeros 6 meses.

En su oportunidad los de la Cámara de Cuentas se negaron a inmiscuirse en los asuntos de la Junta Central Electoral, cuando allí se asignaron unas compensaciones a los impuestos que les descontaban de sus sueldos, como si fueran cualquier hijo de vecino.

Esta semana el sistema parecía hacer agua cuando en más de medio centenar de municipios se dedicaron a sustituir al vapor a presidentes de los Distritos Municipales, en pública subasta, ya que la reformada ley municipal les garantizaba a los incumbentes su permanencia hasta los comicios municipales del 2010.

En Canca la Piedra como en La Victoria, los destituidos se parapetaron armados de pistolas y escopetas, junto a familiares y amigos, para evitar que los despojaran de su cofrecito. En Yásica las protestas alcanzaron dimensión social cuando numerosos clientes participaron en el bloqueo de la carretera turística.

Por la distribución del cofrecito de un distrito municipal fue que en agosto del 2006 mataron a tres regidores en el municipio de Piedra Blanca, sin que la justicia considerara necesario sancionar a nadie.

Parece que este sistema de complicidades es invulnerable, que tiene defensas que neutralizan todos los peligros. Por eso no hacen caso a los reiterados avisos de que podría llegar el lobo y acabar con las instituciones y líderes responsables. Confían en que los dominicanos y dominicanas somos pacientes, a diferencia de venezolanos, ecuatorianos, bolivianos, guatemaltecos, y hasta argentinos, donde un día irrumpió el lobo y cobró.

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