Un sollozo por Poppy Bermúdez

Un sollozo por Poppy Bermúdez

Desde el instante en que me enteré la tarde del miércoles tres de este mes del fallecimiento de Poppy Bermúdez, un cosquilleo que corteja la pena invadió mi alma ante la cruda verdad de la desaparición de un coloso del emprendedurismo, la bondad y la sencillez, por siempre, y confieso que sollocé, y a ratos repito.

Aunque todos sabíamos de sus quebrantos de salud desde hace dos años, el pebetero de Poppy Bermúdez siempre ardió como el lucero del alba que presagia la eclosión del Padre Sol y la disipación de las sombras sustituidas por el imperio de la luz.

Esa imantación que generaba Poppy Bermúdez, como un imán capta partículas ferrosas, no fue nunca consecuencia de su opulencia, hay muchos otros con mayores fortunas que la suya, pero nunca de su luminoso protagonismo, como padre del Instituto Superior de Agricultura y del Aeropuerto Internacional del Cibao, que debiera ostentar su nombre inolvidable; gestor de la Asociación para el Desarrollo de Santiago, Banco Popular Dominicano, y en esa puja, por el auge económico de Santiago de los Caballeros.

Nunca disfruté del privilegio de sentarme a echar una parrafada larga con Poppy Bermúdez, y nuestras relaciones la canalizamos por las vías telefónica y epistolar, de esta última, conservo en mis archivos.

La humildad inalterable de Poppy Bermúdez que rivalizó siempre con la de su tío Fernando, son gemas inconfundibles de este gran señor de las formas, mecenas de las artes populares y deportivas, creador de los Premios Dorado Bermúdez, fundador de Color Visión, primera televisora a color en RD.

Las figuras emblemáticas como José Armando Bermúdez Pippa, el caudaloso Poppy, no desaparecen nunca de la memoria, solo se desvanecen en la materia, para trascender en su grandeza.

 

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