Un solo poder

Un solo poder

Los historiadores nos pasean por las diferentes formas de distribución o composición del poder en las sociedades que nos antecedieron y de las cuales en la actualidad quedan híbridos con nombres modernos.

Lo cierto es que la humanidad ha conocido regímenes tribales, feudales, monárquicos, imperiales, militaristas, comunistas, socialistas y tipos de “cracias” como plutocracias, gerontocracias, aristocracias, tecnocracias, etnocracias y más recientemente las cleptocracias y narcocracias, hijas bastardas de la democracia con todos sus apellidos.

La democracia ha devenido en una división de poderes que hemos asimilado como legislativo, ejecutivo, municipal y judicial, que pretende garantizar un equilibrio, para que ninguna fuerza o poder se sobreponga a los demás y se establezcan tiranías o dictaduras que anulen la participación equitativa de los ciudadanos en todos los beneficios que puede proveer la nación.

La República Dominicana es conocida como un Estado democrático; sin embargo, el presidencialismo ha creado raíces tan profundas que ningún poder ha limitado la fuerza hegemónica del Ejecutivo, siendo los demás poderes entelequias o adornos retóricos para que la comunidad internacional crea que vivimos en una democracia, siendo, en realidad, el Ejecutivo, el único poder, aunque nos avergüence reconocerlo.

Por eso, aquí todos quieren hablar con el Presidente para resolver sus problemas, no importa que sean administrativos, judiciales, legislativos o municipales.

El Ejecutivo es quien ordena “resolver” y controla la forma de resolución.

Un solo poder, desarticulador por excelencia de los beneficios de la democracia, trae aparejada una ventaja históricamente comprobada: No hay que buscar en muchos lugares a la hora de los juicios, porque un solo poder implica un solo culpable a quien todo el mundo conoce bien, pero muy bien. 

Publicaciones Relacionadas