Un teatro muy feminista

Un teatro muy feminista

Elvira Lora

Waddys Jáquez y Wendy Queliz han hecho que en este 2022 el teatro retome los aires feministas que reportaban Esteban Suazo y Lucrecia María Laguna en la revista Fémina, entre los años 1922 y 1936…

En aquel entonces, antes de que terminara la tarde o en la noche naciente en los míticos tinglados de los teatros Colón y Restauración, participaban nuestras pioneras en conferencias, veladas, presentaciones artísticas, tertulias o una selecta elección de cintas cinematográficas que desde 1924 realizaba Antonio Pascuali.

Logran, el reconocido dramaturgo con «Mariposas de Acero» y la maestra de artes escénicas mediante «Las Sufragistas, 1942» aquella máxima inscrita en la memoria de la maestra normal Carmen de Burgos (Colombine 1867-1932), de elevar en la cultura las AGENCIAS de las mujeres; es decir, más que hacerlas simples espectadoras derribar las «metáforas del silencio» rescatando sus aportes, valentías, ilusiones y desilusiones de nuestras madres y hermanas espirituales.

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Sube el telón para hacer memoria de las luchas políticas que en el pasado siglo lideraron las dominicanas, la de convertirse en ciudadanas y, a partir de esa ciudadanía génesis el compromiso de dotar de libertades -en todos los sentidos- a cada habitante del país…

Y, entre escenas, la actriz y dramaturga Wendy Queliz recrea los encuentros entre Petronila Angélica Gómez y Abigaíl Mejía, leyendo a Fémina, organizando el Club Nosotras… Representando en una niña todo lo grandioso que habían alcanzado las dominicanas y lo pertinente que era seguir vindicando.

Sube el telón, y de manera genial Waddys Jáquez hace que la lucha de Patria, Minerva y María Teresa Mirabal cope cada palmo de nuestros deseos de continuar haciendo valer los derechos civiles y políticos; repele cualquier intención de dictaduras…

Recuerda el trágico ¡Amén de Mariposas!, de Pedro Mir. Hace ver, cual espejo, la necesidad de unirnos para que ni una mujer más sea víctima de un feminicida o de las adversidades de las desigualdades.

Debemos a Waddys y a Wendy ese impulso de retomar con sus propias complejidades la historia de las mujeres que nos antecedieron…

Ambos ya inspiran nuevas dramaturgias que se están hilvanando para que reaparezcan en la escena esa historia que aún no ha sido contada, pero que existe y tiene nombre de mujer.

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