Un tema para la OEA

Un tema para la OEA

La Organización de Estados Americanos (OEA) celebrará aquí desde el 4 hasta el 6 de junio próximo su trigésimo sexta Asamblea General, en la cual estarán representados los 34 países miembros de este organismo regional.

Entre los temas en agenda para esta asamblea figuran la globalización democrática, el desarrollo económico y social y la seguridad hemisférica.

Aunque las agendas de estas asambleas son muy estrictas, sujetas a un protocolo muy cerrado, sería propicio que la OEA se planteara la necesidad de tratar, en esta o en cualquier otra reunión, el aspecto de la seguridad democrática de sus países miembros, enfocado desde el punto de vista del desgaste y pérdida de credibilidad de los partidos políticos.

La situación que afecta a los partidos, con raras excepciones, es la peor amenaza para la seguridad democrática en el hemisferio, si se toma en cuenta que el sistema de partidos es la base de sustentación de la democracia representativa.

En muchos de nuestros países son las minorías las que eligen gobiernos, congresos y alcaldías, debido a índices muy altos de abstención electoral y a las manipulaciones que se dan a lo interno de algunas organizaciones políticas en perjuicio de su propia democracia interna. Este país, anfitrión de la próxima Asamblea General, tiene ejemplos que ofrecer.

-II-

La amenaza a la seguridad democrática puede ser medida también desde el punto de vista de la influencia de los partidos en el deterioro de la calidad de las instituciones que sustentan la democracia.

La falta de credibilidad que afecta a algunas organizaciones políticas es transferida, por diversas vías, a las instituciones cuya composición y reglas los partidos manipulan para contar con un instrumento a su favor. Eso, sin duda alguna, degrada la calidad de la democracia y, por vía de consecuencia, la seguridad democrática. De eso también tenemos botones de muestra.

Otro elemento que debería concitar la atención de la OEA es la forma en que algunos partidos utilizan en provecho propio su supremacía numérica en los congresos y parlamentos. En nuestro país, la inclusión de la reelección presidencial en la Constitución fue el resultado de una de estas maniobras.

Estos problemas que degradan la calidad de la democracia ya no son casos aislados, excepciones. Cada vez más se aproximan a una preocupante condición de regla.

Hay que considerar que el narcotráfico y la delincuencia son una amenaza muy seria para la democracia y sus instituciones, incluyendo, naturalmente, los partidos políticos.

De alguna manera, un organismo regional como la OEA debería ocuparse de estas cuestiones y tratar de encontrar medios para contrarrestar estas amenazas. Alguna vez habrá que considerar estos temas para una Asamblea General, con la meta de buscar medios de protección para la democracia.

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