Un tema que no es fácil

Un tema que no es fácil

LUIS ACOSTA MORETA
El debate suscitado a raíz de la firma del Libre Mercado entre Centro América-República Dominicana y los Estados Unidos, el CAFTA, por sus siglas en inglés, nos debe invitar a una reflexión seria y profunda, ya que el mismo tendría implicaciones trascendentales, tanto en el orden económico como social. Tanto en el escenario dominicano, como en el escenario de los Estados Unidos, en el centro mismo del Congreso norteamericano, como en los organismos internacionales, llámese Banco Mundial, Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), entre otros, se están haciendo planteamientos sobre la conveniencia o no de dicho tratado.

Dada la complejidad del tema y las implicaciones que el mismo tiene, me parece oportuna una reflexión, tanto del gobierno como de todas las fuerzas vivas de la nación que transcienda lo inmediato, y que nos remonte a las implicaciones que el mismo pudiera tener a largo plazo.

Hay que señalar que históricamente, en toda organización humana nos encontramos con dos posiciones fundamentales. Una, generalmente, de personas que no contribuyen en nada en beneficio del país. Personas que siempre están predispuestas a oponerse a todo lo que haga el gobierno y/o cualquier otra fuerza viva de la sociedad. Sus críticas no aportan elementos que contribuyan al fortalecimiento y mejoramiento de la propuesta en cuestión.

Pero del otro lado, nos encontramos con personas y con grupos organizados cuyas críticas sí aportan elementos que enriquecen la propuesta en cuestión y que miran siempre al bien común. Hay que señalar también que siempre encontramos personas y grupos que en medio de cualquier propuesta buscan sus intereses personales bajo la sombra de la propuesta como tal.

Delineada la ruta de la discusión sobre el Tratado de Libre Comercio entre Centro América-República Dominicana y los Estados Unidos, nos limitaremos en este artículo a hacer algunas puntualizaciones. Lo primero es que estamos ante el dominio de los mercados financieros; lo segundo es que los avances tecnológicos, en el área de las telecomunicaciones, transportación, marítima, aérea y terrestre, aceleran los procesos de integración de los mercados; lo tercero es que los grandes capitales y los sofisticados avances tecnológicos, en sí mismos, nos ponen en condiciones desiguales a la hora de aceptar los intercambios comerciales con esos países desarrollados; lo cuarto es que las condiciones de pobreza en la que como país nos encontramos, nos hace pensar y actuar con miras a lo inmediato, no por maldad ni mediocridad, sino por las mismas condiciones sociales en que nos encontramos.

Ante ese escenario internacional y ante esa realidad insoslayable de problemas sociales acumulados desde hace décadas, tal vez, no estemos en las mejores condiciones para negociar tratados de libre comercio. Ciertamente nos encontramos en una verdadera dicotomía. Por un lado, como nación, ni debemos quedarnos aislados, pero tampoco estamos en las mejores condiciones para montarnos en ese tren que viaja a miles de kilómetros por hora, que se llama globalización, y dentro ella, el libre mercado.

En el próximo artículo seguiremos reflexionando sobre tópicos puntuales que se discuten tanto en el escenario internacional como en el escenario nacional, sobre la conveniencia o no de dicho tratado de libre mercado entre Centro América-República Dominicana y los Estados Unidos.`

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