Un tema tabú

Un tema tabú

Todos tenemos y hemos tenido varios conocidos y algunos pocos amigos que son excelentes personas, consecuentes y afables afeminados, homosexuales o gays para no usar otros términos vulgares y despectivos que no comparto. Y si digo que son y eran o han sido es porque creo que con esa condición se nace y se muere, independientemente de factores exógenos que influyen, pero no lo determinan, en mayor o menor escala. Por tanto no tienen por qué avergonzarse ni tenemos por qué avergonzarlos. Mucho menos el sentirse orgulloso de serlo. La naturaleza para perpetuar el reino animal, la especie humana creo solo dos géneros diferentes, no tres. Masculino y femenino. Un atractivo natural existente entre el hombre y la mujer, varón-hembra, con sus respectivos órganos sexuales que los identifica y determina su reproducción.

De modo que no hay motivo especial de sentirse orgulloso por nacer hombre o mujer, mucho menos por ser gay, homosexual, o como se llame. En el mejor de los casos es una desviación del género. Dada su condición humana, debe ser respetada. Gozar de igualdad de derechos, deberes y oportunidades, sin estar expuestos a vejaciones, abusos e discriminaciones, sean blancos o negros, asiáticos, europeos o latinos, mahometanos o cristianos, revolucionarios o conservadores. Que de todo hay en la Viña del Señor. No me refiero a los impúdicos irrespetuosos; a ciertos degenerados, capaces de toda perversidad. No defiendo lo indefendible. Por eso el machismo, el femenicidio son por igual aborrecibles, dignos de ser condenados por la sociedad.

La mayor virtud que tiene una sociedad para la convivencia es la tolerancia, que también tiene sus normas éticas y morales, sus costumbres, sus tradiciones y sus leyes. Valores inmarcesibles sin los cuales se destruye o prostituye, por lo que exige respeto. Particularmente del foráneo, el que viene de afuera que debe ajustar su comportamiento a esas normas para ser bien recibido.

Alla él y ella con sus ideas y creencias, con sus hábitos y comportamientos extraños. Son libres de hacer de su vida personal lo que les plazca. Pero en privado. Que no trasgreda impúdica y públicamente ni abuse ni provoque o aliente actitudes y conductas no compatibles con la mayoría de una población, su tradición, sus mores, su cultura predominante que exige el debido respeto proclamado por el Benemérito Benito Juárez.

“El Orgullo Gay” es un sin sentido. ¿Qué mérito tiene serlo? Nadie debe sentirse orgulloso de lo que simplemente se es, algo fallido, que la misma naturaleza determinó, sin culpa alguna. Máxime si se es representante o embajador de una nación. De todo un pueblo que probablemente tolere, pero tampoco comulga con su práctica y sus excesos.

Ondear al aire la bandera gay con orgullo junto con la de los Estados Unidos, en el día de su independencia o cualquier día, en un país extranjero y en su Embajada, es un irrespeto total. Un descaro. Una provocación inexcusable ¡Guárdese tal orgullo para sí para mayores y mejores causas!

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