La reciente experiencia con el vecino Estado de Haití de impedir el ingreso de pollos y huevos a su territorio con el pretexto sin documentación sanitaria de que en nuestro país existe gripe aviar, desmentido tanto por la Oficina  Panamericana de la Salud como por el embajador de Haití en nuestro país, Fritz Cineas, convoca a reflexionar con relación a la inminencia de rubricar con nuestro calamitoso vecino un  Tratado de Libre Comercio.

Haití es nuestro segundo socio comercial luego de Estados Unidos, a quien vendemos unos mil  millones de dólares al año en diferentes rubros: tuberías de pvc, pintura, alambrón, cemento, embutidos, pollos, huevos, pastas alimenticias, azúcar, harina y hasta combustibles, y ese paquete exportador es menester organizarlo en un formal TLC.

Hay un comercio informal fronterizo con Haití cada sábado en Dajabón, Elías Piña y Pedernales que mueve más de  cien millones cada semana, donde se cruza de todo desde aquí hacia allá y viceversa, inclusive drogas y armas de fuego que rara vez se detectan y denuncian.

No han valido los intercambios de funcionarios haitianos del presidente Michael Martelly para superar el impasse de prohibir el ingreso de pollos y huevos hacia Haití, que todos los dominicanos consumimos sin que se reportase un percance de salud en  nadie, y también más de un millón de nacionales haitianos que residen ilegalmente en nuestro país, más los que logran escabullir sus nacionales aquende la frontera.

Tampoco ha resultado una comunicación directa, que la hay, entre el presidente Danilo Medina y su par igual Martelly para superar el problema, y todo se reduce a intuir que algún poderoso magnate haitiano que financió el acceso al poder de Martelly, está detrás de todo este affaire, y como todo lo que se hace trasciende y se sabe, sólo esperemos, pero en el ínterin, que la experiencia nos sirva en primer lugar para no poner todos los huevos en una sola canasta, y segundo, producir cuanto podamos colocar en los mercados, y por último, firmar un TLC con Haití.