Un tremendo compromiso

Un tremendo compromiso

A Josefina Pimentel, licenciada en sicología, educadora con una rica hoja curricular y de servicio, asume el Ministerio de Educación en un Gobierno que, en cierta medida, parece tener dudas de que el aumento de la inversión en ese ámbito pueda contribuir a mejorar la calidad de la enseñanza.

Debido a su excelente formación técnica, asumimos que se comprometerá a  mejorar la educación sin que la inversión en la misma equivalga al 4% del PIB, como manda la ley y recomiendan los expertos. No dudamos que logre avances en ese sentido, pero no tantos como necesita el país, ni  como lograría si dispusiera de mayor cantidad de recursos.

En su artículo de ayer, publicado en la página 14A de este diario, la politóloga Rosario Espinal advierte: “…En pleno siglo XXI, donde sobrevivir económicamente requiere formación educativa, cualquier país como República Dominicana que no alcance un promedio de escolaridad ni siquiera de octavo curso de primaria, está destinado a naufragar en la pobreza y la criminalidad”. ¿Encaja en este aserto el estado de inseguridad ciudadana que vivimos?

La educación  es clave para el progreso y es cada vez más exigente y costosa. La ministro de Educación tiene, pues, el compromiso de validar el criterio del Presidente, y lograr excelencia de  enseñanza con insuficiente  inversión. Le deseamos éxito en esa tarea.

Dos países y una estrategia común

República Dominicana y Haití comparten una isla y esto, de por sí, impone intereses comunes y debería imponer, también, una estrategia de desarrollo diseñada por ambos estados para hacerle frente a los asuntos de interés común.

Así puede resumirse la conclusión a que llegaron los panelistas Bernardo Vega, Wilfredo Lozano, Sigfrido Pared Pérez y Edwin Paraison en el coloquio “Haití: ¿Bomba de tiempo”, auspiciado por nuestro hermano matutino El Día.

Durante mucho tiempo, la informalidad ha regido las relaciones de intercambio. Coyunturas excepcionales han obligado a asumir en común la solución de problemas. El terremoto de 2010 ha puesto en la claridad la necesidad de adoptar políticas comunes y asumir programas que permitan el desarrollo, controlar la migración, combatir enfermedades, entre otras cosas.

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