Un tremendo desplante

Un tremendo desplante

La Constitución puesta en vigencia desde el 26 de enero de este año ordena  importantes modificaciones en la estructura institucional del país. Cambios en la composición y funciones de la Junta Central Electoral, creación del Tribunal Superior Electoral y el Tribunal Constitucional, así como escogencia del Defensor del Pueblo, entre otros.

Ya se realizó el cambio en la composición de la Junta y fueron creados el Tribunal Superior Electoral y el Tribunal Constitucional, y se dan los pasos necesarios para seleccionar el Defensor del Pueblo.

¿Cómo justificar, entonces, que estando previstas estas reformas el Poder Ejecutivo haya omitido consignar en el presupuesto del 2011 las partidas correspondientes a los nuevos estamentos?

Sería infantil  alegar que esta omisión obedecería al déficit fiscal que limita  el presupuesto para 2011, pues se han garantizado recursos para continuar obras como el Metro de Santo Domingo.

El Tribunal Superior Electoral, el Tribunal Constitucional y el Defensor del Pueblo necesitan sedes, equipos, recursos humanos y empezar a operar acordes con el mandato de la Constitución, para intervenir en los casos que correspondan a sus respectivas jurisdicciones.

No se entiende cómo se ha cometido el desplante de dejar estas instancias en el aire, sin recursos para establecerse y operar de la manera que corresponde.

Un rescate que encadena otro

Para devolverle su esplendor al Malecón de Santo Domingo necesariamente hay que mirar hacia la desembocadura  del Ozama y el puerto de Santo Domingo. Y no sería posible lograr los efectos perseguidos si no hay una intervención firme y decidida de las autoridades para eliminar el vertido de desperdicios, sólidos y líquidos, en los cauces de los ríos Ozama e Isabela, que suman sus aguas en el trayecto hacia el mar Caribe.

En el pasado, la basura que se acumulaba en el puerto de Santo Domingo y en la franja costera ahuyentó el turismo de cruceros que frecuentaba de manera asidua esta zona del país y a los turistas que gustaban del Malecón.

De ahí que el  rescate del Malecón, que enfocan  autoridades municipales, medio-ambientales y quienes  explotan el turismo, tiene que partir de un plan integral y coordinado, que le ponga fin al vertido de desperdicios en los ríos Ozama e Isabela. No hay otra salida.

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