Un triste reflejo de nuestra propia realidad

Un triste reflejo de nuestra propia realidad

Prejuiciada, lo confieso, pesó más la curiosidad que cualquier otra cosa. Entonces llegó la sorpresa. Con imágenes crudas, a veces dolorosas, La Soga terminó cautivándome sin remedio. Con una calidad superior a la mayoría de las producciones de factura local, esta película pesa tanto por la historia que narra que uno termina olvidando esos detalles que pudieron haberse mejorado. Hacer cine no es fácil.

Pero Manny Pérez lo ha hecho junto a Josh Crook, el director de la cinta, con un guión que refleja lo que ha sido el mundo de la corrupción policial en la República Dominicana. Basada en hechos reales, La Soga es una invitación a la reflexión y al escándalo. Nos muestra, sin disfraces ni caretas, la realidad del mundo del narcotráfico y del sicariato. Haciéndolo nos obliga escuchar el sonido de esos grandes silencios y complicidades que se dan en el escabroso negocio de la muerte.

Son muchas las lecciones que se esconden detrás de La Soga. Ella nos habla de cómo un ser bueno puede hacer cosas terribles a causa del dolor. Pero también nos muestra lo que sucede cuando, en nombre de librar a una sociedad del mal, tomamos la justicia en nuestras manos.

Las lecturas son múltiples. Pero no debo decir más.

Estas letras sólo son una invitación a que vean la película que se estrena el próximo jueves en los cines. Viéndola, pensarán en muchas cosas.

La primera de ellas, sin lugar a dudas, es en lo que tenemos que hacer para cambiar el destino de nuestro país. No podemos permitir que  La Soga siga viviendo en nuestra sociedad.

Si ven la película, entenderán qué les quiero decir.

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