Un triunfo del interés nacional

Un triunfo del  interés nacional

L nación culmina el 2018 celebrando el golpe propinado por autoridades a la práctica que ha sido constante de enajenar bienes públicos mediante fraudes cometidos desde la política. Los 362 millones de metros cuadrados de la preciosa bahía de las Águilas retornan a su legítimo propietario que es el pueblo, ese que bien merecería otras importantes reivindicaciones en términos patrimoniales por innumerables inmuebles que por largos años que llegan hasta hoy fueron alimentos preferidos de saqueadores, a veces de fácil identificación, aunque escapados de la sanción penal. Las inmoralidades y transgresiones que condujeron al peor despojo territorial de la historia en la provincia de Pedernales están enmarcadas en pasados ejercicios de poder dignos de toda la condenación penal y moral que permitan las leyes y la viabilidad de los procedimientos a disposición de los actuales administradores de la Cosa Púbica.

Ellos han culminado con tenaz proceder y continuidad, un rescate que además de colosal en extensión propina una inusual derrota al pillaje nacional. El obligado destino de estos excepcionales recursos no puede ser otro que su utilización, sin pérdida de derechos sobre ellos para la nación, en un desarrollo formidable de explotaciones turísticas y alguna otras afines, que sean sostenibles por completo con respeto a la naturaleza, para lo cual el Gobierno muestra disposición.

Añorando el regalo mejor

El aporte mayor que la nación debe recibir en 2019 de sus entes políticos, sobre todo desde los ejercicios del poder, es el fortalecimiento de las instituciones que garanticen la democracia como transmisora de la voluntad de los ciudadanos en todos los órdenes. La institucionalidad que sitúe los valores y objetivos primordiales de los dominicanos por encima de los individualismos que al gobernar conceden prioridad a sus particulares intereses.
Este país debe superar la históricamente negativa falta de permanencia de normas jurídicas, incluyendo las sustantivas, repetidamente acomodadas, con euforia mesiánica, a lo coyuntural a partir de ventajas inherentes a funciones públicas. Que los liderazgos partidarios logren superar los detalles de mera formalidad de esta democracia que todavía propicia desigualdades y distorsiones.

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