“Un trozo de carne”, apasionante cuento de Jack London, mítico escritor estadounidense

“Un trozo de carne”, apasionante cuento de  Jack London, mítico escritor estadounidense

Jack London, uno de los escritores más vendidos y famosos de los Estados Unidos desde principios del siglo XX, fue autor de un “Trozo de Carne”, un apasionante cuento que narra la historia de Tom King, un boxeador que conoció la gloria y la vida confortable durante su apogeo, años después en decadencia y entrado en años, conoce la miseria más patética y desesperante por no tener un pan para compartir con su mujer y sus hijos, y cuando parece que ya nada tiene que buscar en el cuadrilátero, le llega la oportunidad de un combate con una joven promesa del pugilismo, que le podría ayudar a llevar un trozo de carne a su mesa.
Sus novelas y cuentos son reconocidos por la narración realista de historias en las que el ser humano se enfrenta dramáticamente a su supervivencia. Entre los títulos que han alcanzado difusión mundial se encuentran: El silencio blanco, El hijo del lobo, Colmillo blanco, El lobo de mar, La llamada de la selva y el Pueblo del abismo. Su vida terminó trágicamente al cometer suicidio antes de cumplir los cuarenta años en el 1916.
El relato de la presente entrega forma parte de una compilación titulada “La Fuerza de los fuertes y otros cuentos. “Un Trozo de carne”, no solo retrata la confrontación agonal de dos contendores, sino que es un impresionante episodio donde el principal personaje, Tom King, sabe que tiene que valerse de su mayor astucia y experiencia, pues ya no se trata de la gloria y el dinero que supo ganar de joven contra otros adversarios mayores, ahora es un indigente pugilista menguado por los años y los golpes, cuyas huellas en su anatomía son testigos de su largo trajinar por el tapiz. Su confrontación con Sandel, un mocetón lleno de vitalidad y vigor, era una misión harto intrincada, con el agravante de que recibiría ínfima paga, mientras su familia le esperaba en el oscuro hogar.
London describe el lastimero ambiente antes de salir para la pelea: “Con el último fragmento de pan, Tom King limpió su plato de la última partícula de salsa de harina y mascó el bocado resultante, en forma lenta y meditativa. Cuando se levantó de la mesa, lo oprimía la sensación de estar indudablemente hambriento. Y sin embargo, sólo él había comido. Los dos niños de la otra habitación fueron enviados temprano a la cama, para que en el sueño olvidasen que habían quedado sin cenar. Su esposa no tocó un bocado. La harina para la salsa la había pedido prestada a una vecina del otro lado del corredor. Los últimos dos peniques fueron destinados a comprar pan.”
Tal era su ruinosa existencia-narra London- que por la mañana se había levantado con ansias de un trozo de carne y el ansia no disminuía. No tenía un adiestramiento adecuado para esa pelea. Era un año de sequía en Australia. Trabajó unos cuantos días de peón, cuando le fue posible.
En resumen, King ofreció una gran pelea, a tal punto que llegó a tumbar al joven Sandel, lo había superado en estrategia y por puntos, y estuvo a pocos segundos de alzarse con la victoria. Un buen golpe necesitaba para liquidar a su rival, pero le faltó un poco más de potencia, y recordó el trozo de carne y el deseo de tenerlo en ese momento detrás del golpe necesario que debía asestar, pero Sandel se bamboleó, pero no cayó, y arremetió con gran potencia derribando a King, quien cuando abrió los ojos se encontraba en su rincón y ya le habían sacado los guantes, y Sandel en gesto de cortesía le estrechaba la mano. Al salir del camarín hacia la calle, un fanático le preguntó: ¿Porqué no lo volteaste cuando lo tenías? ¡Ah, vete al diablo!, le contestó King, y bajó los escalones hasta la acera. En su interior, estaba convencido que ese trozo de carne, habría representado la diferencia.

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