Un tsunami no avisa

Un tsunami no avisa

Los grandes momentos de la historia se presentan cuando una nación pasa por un período de dificultades creadas por fenómenos de la naturaleza, que dejan a su paso una situación calamitosa.

Entonces es cuando en las naciones, en las sociedades, surgen personas y grupos que actúan de manera tal que, dentro de la tragedia y los problemas, aunque sea tenue, se vislumbra una luz  al final del túnel.

De un huracán recibimos avisos de cómo se acerca y aun así cobra vidas humanas, destruye viviendas y edificios, carreteras, caminos, escuelas, hospitales, identificado el problema llega el momento de actuar y ¡manos a la obra!  Hemos logrado sobrevivir a ciclones. Las heridas sanan, la vida sigue y continuamos.

A mediodía del 4 de agosto de 1946, sentado en el estar de la casa de mi padrino Papá Bomboche (Juan Bautista) Santín, sentí que me movían una pequeña mecedora especialmente comprada para mí.

No estaba sentado en la mecedora, estaba en una pequeña silla recostada de uno de los horcones de la casa y antes de que protestara, vi cómo Mamá Jobina y Papá Bomboche se arrodillaban, mientras me decían que pidiera misericordia a Dios para que el terremoto no nos matara.

En vez de irme a casa salí a meter la cabeza en el horno de pan de don Francisco Romero, cuyo techo se  había caído. Don Francisco me ordenó que me fuera a casa pero decidí ir a ver cómo había quedado el techo de la iglesia, pues  me dijeron que había colapsado.

Allí me alcanzó mi padre y me decía que un terremoto no avisa, que la gente muere ya sea porque le cae un árbol, un trozo de cemento de una casa, un techo con sus vigas de madera y, porfiado como he sido siempre, pensé que lo vencería al decirle que  me quedaría parado en medio de la calle y papá me respondió: se abre la tierra y te traga.

Un tsunami no avisa. Menospreciamos la capacidad de los dominicanos y  le regateamos  cualquier  reconocimiento. No me atrevo a decir que la mezquindad es una de nuestras principales características.

Somos tan especiales que no le agradecemos a Leonel Fernández  haber sobrevivido, aunque su gobierno fue un tsunami económico que arrasó con todo y sólo dejó el cascarón.

No importa que el tsunami Fernández nos dejara un sobregiro de 115 mil millones, que el precio de los combustibles suba como la espuma de leche hirviendo, que no haya para pagar los empleados, que los hospitales no tengan medicinas y paro de contar.

Somos ingratos, los triunfos de Leonel Fernández han sido premiados en el extranjero; hasta lo reconocieron como “Estadista del Año”

¡Vaya usted a saber por cuáles méritos!

Publicaciones Relacionadas

Más leídas