Un último paréntesis

Un último paréntesis

El futuro es espacio, de Pablo Neruda
EL futuro es espacio,
espacio color de tierra,
color de nube,
color de agua, de aire,
espacio negro para muchos sueños,
espacio blanco para toda la nieve,
para toda la música.

Atrás quedó el amor desesperado
que no tenía sitio para un beso,
hay lugar para todos en el bosque,
en la calle, en la casa,
hay sitio subterráneo y submarino,
qué placer es hallar por fin,
subiendo
un planeta vacío,
grandes estrellas claras como el vodka
tan transparentes y deshabitadas,
y allí llegar con el primer teléfono
para que hablen más tarde tantos hombres de sus enfermedades.

Lo importante es apenas divisarse,
gritar desde una dura cordillera
y ver en la otra punta
los pies de una mujer recién llegada.

Adelante, salgamos
del río sofocante
en que con otros peces navegamos
desde el alba a la noche migratoria
y ahora en este espacio descubierto
volemos a la pura soledad.

Pensé mucho si este artículo debía ser el reinicio de la serie sobre el concepto de soberanía, o si debía hacer caso a mi conciencia para escribir estas peticiones imposibles, dos días después del día de los Santos Reyes, la Epifanía del Señor.
Decidí hacer caso al corazón y no a la razón. Dejaría para las entregas siguientes los dictámenes de mi sed de aprendizaje. Hoy, en este Encuentro solo quiero ser mujer y ciudadana que siente, sufre y sueña.
Ya lo he dicho adoro la navidad. Un tiempo hermoso que culmina con la llegada de los Santos Reyes, quienes guiados por la estrella llegaron hasta la humilde morada del Niño Dios.
Cada año hacía dos cartas. La del Niño Jesús para el 24 de diciembre y la de los Reyes Magos. Pedía, como era de esperarse, los juguetes que veía en las tiendas. Solo recibía aquellas cosas que los recursos familiares permitían. Era feliz el 25 de diciembre cuando abría los regalos, y aunque no estuvieran los juegos soñados, me conformaba y era feliz con lo que recibía.
Hoy cincuenta años después sigo alentando la niña que hay en mí, pues es mi forma de aferrarme a la esperanza. Y aprovecho en este año 2016 para escribir mi lista de peticiones. Como he dicho otras veces, ya no tengo aspiraciones personales. Solo quiero hacer lo que amo hasta el final de mis días: escribir, escribir y escribir. Seguir indagando sobre los temas que no conozco. Y amar a mi esposo, a nuestra familia y a la gran familia ampliada que componen los hermanos, cuñados, sobrinos y nietos. También disfrutar de los verdaderos amigos, la familia elegida.
Mi lista de Reyes es ambiciosa, muy ambiciosa y pienso que hasta imposible. Soñar no cuesta nada. Yo sueño y expreso mis sueños:
1 Quisiera que la humanidad recuperara su verdadero sentido. No puedo soportar el hecho de que la intolerancia de toda índole está dominando el mundo. La vida parece que ha perdido su valor. La muerte es una mercancía cualquiera. Unos la entregan por defender un proyecto religioso que niega la existencia de otras creencias, y creen que occidente es su enemigo principal, el enemigo a vencer. Tampoco comparto la posición de los gobiernos poderosos de occidente de negar la esencia misma de sus esencias: los derechos humanos.
2 Sé que es un sueño imposible. Pero quisiera que en nuestras elecciones de este año, el voto fuera un acto de conciencia, no de compra vil de la voluntad de los pobres. Después de tantos años de luchas largas y sangrientas de hombres y mujeres del mundo que dieron sus vidas por lograr el anhelado y soñado voto universal, avergüenza que su valor en esta sociedad nuestra se haya convertido en una mercancía que se vende al mejor postor, al que primero llega y le ofrece unos pesos

3 Tengo el sueño imposible de que la educación dominicana mejore realmente, que nuestros profesores no solo sean empleados, sino compromisarios con el futuro. Que entiendan que sobre sus espaldas descansa la formación de las nuevas generaciones. Que sus acciones de cada día no deben quedarse en el cumplimiento, sino que deben ser el fruto de un compromiso serio con la vida y el país.

4 Me duele tener que confesar este triste deseo: que el Alcalde del DN no gaste dinero (¡¡¡Millones de pesos!!!!) en luces de colores y no piense en la ciudad. Nos arropa la basura. Solo hay que dar una pequeña vuelta por el polígono central para ver cómo los desechos nos ahogan, nos contaminan… No sé en qué emplea su tiempo. Quizás esté diseñando los nuevos adornos del circo de luces para diciembre de este año.

5 Sueño imposible: que los detentores de los poderes públicos asuman las riendas de sus gobiernos con pulcritud y honestidad. La corrupción corroe el sistema político en el mundo, y, por supuesto, en nuestro país también. El partido en el gobierno perdió el sentido de la proporción. Estoy triste por la esperanza golpeada y desarmada de lo que está sucediendo y Dilma Rouseff en Brasil y Michelle Bachelet en Brasil. Dos mujeres, dos esperanzas que se esfumaron. La política se ha convertido en otra mercancía más de un mercado sucio y tenebroso.

6 Lamentable sueño imposible: preservar el ambiente, el entorno donde vivimos. Odio las declaraciones hipócritas de algunos políticos e inversionistas, que se dicen defensores del ambiente, para luego involucrarse en proyectos que lo deterioran. El interés económico está por encima del futuro. Depredamos el ambiente sin importarnos nada ni nadie.

Estos seis pequeños-grandes-inmensos deseos no deberían ser imposibles. Pero en este país nuestro, lamentablemente lo son. ¡Qué triste!

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