Un valioso ser llega a las moradas celestiales

Un valioso ser llega a las moradas celestiales

Persiles Áyanes Pérez interrumpió su tránsito terrenal por mandato de Dios

Un valioso ser humano decidió interrumpir su tránsito terrenal, y por mandato de Dios, partió hacia las moradas celestiales para llevar su entrega y entusiasmo por el servicio y rectitud en el Cielo de forma que por allá continúe su valiosa obra que realizaba con entrega a la comunidad hasta el último momento que le quedara un hálito de permanencia en la Tierra.

Persiles Ayanes Pérez Méndez partió el pasado miércoles 24 para descansar después de agotar un largo periplo de realizaciones  y satisfacciones en compañía de sus seres queridos. Su larga vida de 96 años constituye una prenda para sus semejantes que deja aquí en la Tierra y le presenta al Ser Supremo un foja de realizaciones como cumplimento del mandato divino que nos compele a cumplir con los deseos de nuestro Padre.

Ayanes desde su niñez en el heroico  pueblo de Moca, cuyas calles,  barrios y leyendas los conocía muy bien y los plasmó en un absorbente libro Mis Vivencias en Moca. Él creció y vivió absorbiendo las esencias del indomable y patriótico espíritu mocano que  supo ubicarla en páginas forjadoras de una vida que siempre sería puesta al servicio  de los demás.

Ayanes Pérez Méndez asimiló el  espíritu de una villa que encerrada y atrapada por la cordillera Septentrional en las lomas de Jamao, San Víctor y Villa Trina, supo modelar una conciencia del heroísmo, servicio y entrega a los demás.

Conocer cada rincón de su pueblo con la presencia del histórico samán del parque que cobijaba a todos los mocanos en algún momento, y las columnas de concreto  del viaducto inconcluso, formaron para de un recuerdo imperecedero para un niño y luego como adulto ya con la conciencia  de las heroicidades de un pueblo que ha sabido convivir con las perspectivas del valor y heroísmo de sus seres humanos.

Y la preocupación por asistir a los demás la manifestó Ayanes plenamente cuando en 1967 ingresó a las filas del leonismo, organización de servicio que desde 1917 está esparcida por el mundo con más de un millón de socios y socias llevando asistencia a los sectores más olvidados y que recién llegaba al país.

Ya Persiles  establecido en Santo Domingo, le dio vida a su entrega a los demás a través del Club de Leones establecido  en el Ensanche  La Fe.

En ese club, uno de los cientos y tantos existentes en el país, Ayanes inició una nueva entrega a los semejantes y alcanzó todas las posiciones directivas hasta que en 1981 fue elegido para ser director internacional, una distinción que le cupo al país por primera vez en 64 años.

En todas las posiciones directivas lo más sobresaliente para destacar fue un ejecutivo que no tuvo un propio medio de locomoción pero sus leales compañeros le proporcionaban la forma para que se trasladara a los sitios en el país adonde tenía que ir a cumplir con el mandato ya como gobernador de visitar los clubes.

Murió siendo miembro destacado del Club de Leones Santo Domingo Naco al cual  había trasladado  su matrícula desde finales de los 80 del siglo pasado por  la mudanza,  ya que la nueva residencia estaba ubicada en las cercanías de la sede de su nuevo club.

Como socio destacado del leonismo y por su admirable  facilidad de verbo era muy solicitado en el país y fuera de él en América Latina para ser orador y atrayente expositor, no solo de leonismo sino de historia dominicana y cultura en general. Fue muy reclamado por otras instituciones para beber de su memoria y recuerdos imperecederos de una vida de servicio y trabajo inagotable que tan solo la partida a las moradas celestiales fue precipitado por un cáncer feroz que lo carcomió internamente.

Ayanes se marchó con la satisfacción de que dejó una antorcha que debe ser mantenida  y ampliada por otros seres de servicio que lo admiraban tanto y que disfrutaban en sus conversaciones y charlas para ilustrar y orientar a los demás. Vivirá por siempre como un ente vivo del cual debemos nutrirnos  si en verdad queremos que el leonismo dominicano perdure en calidad y motivación en el servicio.

Su entrega a los demás y sus deseos de aportar sus conocimientos a sus semejantes encontró en el leonismo un canal expedito que por mas de 50 años lo aprovechó  dando asesoramiento y consejos ayudando a los que también querían  servir entregándose a sus semejantes.

Queda su recuerdo vivo en todos los leones que encontraron en Persiles un apoyo y guía a sus inquietudes de servicio. Y ese recuerdo y amor perdura en su esposa Josefa, sus hijos Ayanes, Luisa y amigos.

Ayanes creció y vi- vió absorbiendo las esencias del indomable y patrió- tico espíritu mocano

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