Un zar para la emigración

Un zar para la emigración

POR ROBERTO B. SALADÍN SELIN
Parecería que el «síndrome de la indiferencia» de amplios sectores de la República Dominica ha escalado niveles tan altos o que la falta de caridad cristiana ha convertido al país, en una sociedad sin respuesta y ciega a la tragedia dolorosa y repetida de la migración en yolas, cabiendo preguntarse si no ha llegado el momento de nombrar un «Zar» para la emigración.

Después de la década de los sesenta, los dominicanos están votando con los pies, emigrando hacia otros países, en busca de oportunidades de trabajo, ante las limitaciones de nuestro mercado laboral de generar los empleos que demanda la población económicamente activa, muy especialmente, la población joven, que se incorpora a la fuerza de trabajo, sin que hasta la coyuntura actual, se haya formulado explícitamente, una política migratoria por el Estado, a pesar de que los dominicanos residentes en el exterior, vía las remesas, están enviando anualmente al país, más de US$ 2 billones.

Durante los últimos cuarenta años, el país no ha logrado institucionalizar sus relaciones con la diáspora dominicana en el mundo, ni mucho menos formular una política migratoria, dentro de un marco ordenado, mediante acuerdos bilaterales con otros países, para quitarle presión al mercado laboral interno, a pesar de todos los beneficios que recibe la República Dominicana, de los residentes en el exterior, donde las remesas son la segunda fuente de ingresos de dólares de la economía nacional, auspiciándose oficialmente la migración anual de unos sesenta mil dominicanos.

En el marco de la Semana Dominicana en los Estados Unidos, de la que soy miembro del Comité Ejecutivo, en una charla que dí en la Universidad de Setton Hall en New Jersey, propuse la creación del Instituto para la Defensa y Protección de los Dominicanos Residentes en el Exterior, proyecto de ley que fue preparado luego en la oficina del Dr. Luis Heredia Bonetti, convertido en ley luego por el Congreso Nacional, promulgado y posteriormente archivado simplemente, representado esa propuesta nuestra, el primer esfuerzo para institucionalizar las relaciones con la diáspora dominicana, Instituto ese sustentando en una red legal, una red laboral y una red educativa, cultural y religiosa, para defender los intereses de los dominicanos residentes en el exterior y contribuir a mantener su identidad nacional. En el cuatrenio pasado, tratando una vez más de institucionalizar las relaciones con la diáspora dominicana, surgió el Secretario de Estado de Asuntos de Ultramar y un proyecto de ley, que nunca vió su aprobación, siendo por tanto, estos esfuerzos fallidos.

Ante la tragedia de tantos dominicanos que pierden sus vidas tratando de buscar un futuro mejor mediante la migración ilegal, se sugiere la adopción de una política de Estado para la migración, con un «Zar» a la cabeza que coordine el trabajo de las diferentes instituciones involucradas en esta área, entre otras, Secretaría de Estado de Trabajo; Secretaría de Estado de Relaciones Exteriores; Dirección General de Migración; Dirección General de Pasaportes; entre otras, para gestionar cuotas de inmigrantes dominicanos en países receptores, asignándosele a las Embajadas dominicanas en el exterior, la gestión de una cuota de cinco mil inmigrantes en cada país anfitrión.

Si hoy se estima que hay más de 1.5 millones de dominicanos en los Estados Unidos de América, fue por la generosa política migratoria de este país, que en el pasado, hasta mediados de la década de los noventa, llegó a aprobar hasta 45,000 visas de residentes en un año, país en el que tenemos también un importante número de indocumentados.

El dolor y la tragedia de numerosas familias dominicanas, reclama la formulación de una política de Estado para una emigración ordenada, eliminándose incluso los impuestos a los tickets aéreos, por lo que insistimos, que si en otros países se han designado figuras como «Zar de la Lucha Contra las Drogas» o «Zar del Comercio Exterior», la coyuntura actual de la República Dominicana, requiere de un «Zar de la Emigración» para buscársele empleo en el exterior a los que quieren emigrar sin perder sus vidas.

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