Una academia en el verano

Una academia en el verano

POR MU-KIEN ADRIANA SANG
Un currículo para educación cívica. 1
(El) fin de la ciudad es, por tanto, el bien vivir, y todo eso está orientado a ese fin. La ciudad es la asociación de familias y aldeas para una vida perfecta y autosuficiente. Y esta es, como decimos, la vida feliz y bella. Hay que suponer, en consecuencia, que la comunidad política tiene por objeto las buenas acciones y no solo la vida en común.

Aristóteles, La Política.

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Desde 1997 tengo relaciones laborales y amistosas con el Centro de Educación Cívica de Los Ángeles. Una prestigiosa ONG norteamericana que se ha dedicado, por más de 40 años, a desarrollar un interesantísimo currículo en educación cívica. Conscientes de que educar valores no es utilizar un decálogo de normas y preceptos, sus pedagogos han desarrollado la metodología constructivista; es decir se parte de la experiencia de los educandos, para desde sus propios referentes llegar al concepto. Varios programas componen la propuesta de este centro amigo. El primero se llama, Fundamentos para la Democracia, el cual se sustenta en el desarrollo de cuatro conceptos claves: autoridad, justicia, responsabilidad e individualidad. El segundo se llama Proyecto Ciudadano, con el cual se enseña a los jóvenes que la nueva ciudadanía se sustenta en una doble relación de derechos que exigir y deberes que cumplir. En tal sentido, cada uno de nosotros debe sentirse responsable de la solución de los problemas que les aquejan. Se parte de un problema de política pública que afecta la escuela, luego se investigan las causas, para proponer soluciones concretas. Otros programas interesantes que diseña y ejecuta el Centro son «Drogas en la escuela» y «Violencia en la escuela». La primera vez que visité el centro, tuvimos la oportunidad de interactuar con ex pandilleros y ex drogadictos que después de un largo proceso, se integraron a la escuela, convirtiéndose en exitosos estudiantes. Pero es «Nosotros el pueblo. Ciudadanía y Constitución», el más exitoso de todos sus programas al interior de los Estados Unidos.

«Nosotros el pueblo», inspirado en la frase que inicia la constitución norteamericana, se ocupa de educar a los niños y jóvenes sobre la importancia de la Constitución, y muy especialmente sobre el contenido del texto constitucional de su país. Para apoyar el programa se han elaborado los libros de texto que van desde la educación básica hasta la educación media. El libro de cuarto de bachillerato es un verdadero manual de historia política, pero sobre todo de teoría política y constitucional. Las escuelas que así lo desean, pueden participar en las competencias que se organizan cada año. Durante el último año de bachillerato, todos los estudiantes deben prepararse para participar en las rondas estatales. Las escuelas ganadoras de cada estado participan en la sesión eliminatoria final que se celebra durante la primavera en Washington. Los jóvenes participantes deben responder las preguntas de un jurado integrado por jueces, fiscales, profesores de ciencias políticas y abogados renombrados. De los 50 equipos participantes se seleccionan 10. La ronda final se celebra en la sede del Congreso. Los mejores equipos son galardonados en la noche final de las competencias. La logística y organización de esta actividad supone un esfuerzo físico, económico e intelectual de miles de personas. Hace varios años tuve la suerte de observar las eliminatorias y luego la ronda final y quedé fascinada,

El programa «Nosotros El Pueblo» supone que los profesores que guían a los alumnos estén bien formados. En procura de ayudar en la formación de los docentes, el Centro de Educación Cívica de Los Ángeles creó el National Academy, que se realiza cada verano, desde hace más de una década. La Academia Nacional es un programa intensivo de formación orientado a profesores de ciencias sociales. Había escuchado el nivel de exigencia pero no tenía idea de su contenido y rigurosidad.

La República Dominicana participó por primera vez el año pasado. Tuvimos la oportunidad de enviar a un joven abogado, Manuel Valerio. La idea del Consorcio de Educación Cívica de la República Dominicana, de la cual formo parte, era iniciar el proceso para nosotros desarrollar un proyecto con el tema de Constitución con profesores y estudiantes dominicanos. Así lo hicimos, y desde su llegada al país el pasado año, Manuel está enfrascado en hacer un texto educativo con el tema de la Constitución Dominicana.

Este año, el Centro de Educación Cívica de Los Ángeles volvió a cursar la invitación al Consorcio. Nuestra coordinadora, la dinámica y bullosa, Frida Pichardo de Villamil, me motivó para que participara. Lo pensé mucho, pues suponía abandonar el país por casi un mes. Finalmente acepté. Presenté mi candidatura y fue aprobada. Me sorprendió la organización y rigurosidad. Recibí quince días antes de mi partida un paquete por correo expreso que contenía copia de varios capítulos de libros que debía leer: La Política de Aristóteles, el Leviatán de Hobbes, los dos Tratados sobre Gobierno Civil de Locke y documentos sobre federalismo y antifederalismo. Se incluía también el programa detallado de las clases y la distribución de los trabajos en equipo. ¡Dios mío, qué organización! ¡Y yo que me precio de ser organizada!

Leí como pude los materiales, pues estaban en inglés. Suerte para mí que conocía la mayoría de los textos en español, pues son temas de uno de los cursos que enseño en la universidad, Historia de las Ideas Políticas. El Federalismo y el Anti-federalismo eran los únicos textos desconocidos y tenía que enfrentarme a ellos en una lengua que no era la mía. Hice lo que pude. Pero confieso que tenía aprehensión y hasta temor.

Llegué al aeropuerto de Los Ángeles a principios de julio. Nos esperaba un chofer que nos llevaría a la Universidad de Loyola. Habíamos solo dos latinos, un joven abogado colombiano miembro de la Fundación Presencia, y yo. Me enteré por el chofer que había participantes de la India, Pakistán, Malasia, Nigeria y Ghana, además por supuesto, de los norteamericanos.

Cuando llegamos al campus universitario, nos esperaba una joven con un bulto inmenso y pesado cargado de libros y además con una carpeta que contenía el programa detallado, la lista de participantes, el detalle de las lecturas que debían ser leídas, especificando los días y capítulos que debían ser trabajados. Se incluían también capítulos de libros que complementarían las lecturas.

Nos llevaron a la habitación asignada. Eran hermosos departamentos para estudiantes, con su cocina, comedor, sala, dos habitaciones y baño. Conocí esa tarde a la persona con quien compartiría el apartamento. Se llama Liza y es además de joven y hermosa, profesora de ciencias sociales en el nivel secundario en Kentucky. Cuando la conocí sentí un poco de rechazo. Después entendí su problema: sus maletas no habían llegado y estaba realmente molesta.

El agotamiento del viaje me hizo dormir muy bien. Al otro día hicimos una presentación informal, pues nos llevaron a la Cafetería Universitaria a tomar el desayuno. Durante el largo trayecto, pudo observar, con cierta envidia, el maravilloso campus. Jardines por doquier, cafetería, librería, bibliotecas, gimnasio, pistas, iglesia_ de todo lo que usted pida para estudiar con todas las comunidades. ¡Qué diferencia con nuestra vida universitaria, donde su signo es la carestía y la precariedad!

Nos vemos en la próxima

msang@pucmm.edu.do

mu-kiensang@hotmail.com

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